‘Cese del fuego con Eln es prioritario y cuanto antes, mejor’: Iglesia católica
“La ‘paz total’ debe incluir diálogos con el narcotráfico, con la minería ilegal y con la corrupción”.
Nadie se había atrevido a hacer semejante afirmación con tanto valor y con tanta vehemencia. Lo hace hoy monseñor Luis José Rueda Aparicio, arzobispo de Bogotá y primado de Colombia, en su diálogo con este cronista para EL TIEMPO. Así comienza la entrevista.
¿Qué significa la celebración de la Semana Santa?
Semana Santa es tiempo para contemplar a Jesús, no como un acontecimiento del pasado, sino como una realidad del hoy, del sufrimiento de la Iglesia, de las comunidades, del pueblo y también de la esperanza. Es que la Semana Santa combina el dolor de la pasión y muerte con la esperanza y la resurrección. En esta Semana Santa nuestra iglesia, en cada región, va a tratar muchos temas sociales.
¿Cuáles son los temas sociales fundamentales de Colombia?
La paz y la reconciliación. Es un tema que hunde sus raíces en el Evangelio y en la persona de Jesús. La Iglesia siempre ha acompañado los procesos.
¿Por qué parece tan difícil lograr la paz en Colombia?
Lograr la paz es difícil en todo el mundo. Fue difícil en Sudáfrica, en Irlanda, entre Rusia y Ucrania, en el Cercano Oriente. En Colombia tiene unos componentes muy propios. Es todo lo que sucede cuando el narcotráfico empieza a actuar.
¿Por qué eliminarnos unos con otros? ¿Por qué tenemos que alimentar polarizaciones? Pasemos a una política de diálogo con todos.
¿Quiere usted decir que el narcotráfico es uno de los factores que dificulta la paz?
Sí, así es. El narcotráfico nos ha sembrado una cultura mafiosa en Colombia que repercute en todos los eslabones. La paz en Colombia no será posible mientras no se logre una solución al problema del narcotráfico.
Pero el problema requeriría una solución global…
De acuerdo. No puede pretenderse una solución solo en Colombia. Es un problema global. Por lo tanto, la solución tiene que ser global.
¿Qué piensa usted de la propuesta del presidente Petro de la ‘paz total’?
Creo que es una propuesta con pensamiento grande y que la necesita Colombia. Colombia ya ha vivido siete décadas de un conflicto que parece no tener fin y solo ha vivido un momento de esperanza cuando se firmó el acuerdo en La Habana con el presidente Santos y las Farc. Pero falta avanzar.
Pero el gran debate es si la ‘paz total’ debe incluir o no al narcotráfico…
La ‘paz total’ debe apuntar cinco elementos fundamentales: narcotráfico, minería ilegal, corrupción, abandono y la no presencia institucional en distintos territorios.
La ‘paz total’ requiere que se aborde en profundidad el narcotráfico dentro de Colombia y de manera internacional.
Desarrollemos los cinco puntos que usted plantea: primero, el narcotráfico…
El narcotráfico tiene que ser combatido comenzando en la raíz; pero no es por condenar al campesino, sino por entender por qué el campesino empezó a sembrar coca. ¿La verdad? No tenía alternativas. Ni para continuar la siembra de cacao, de caña, de maíz y de yuca, ni caminos o vías para el mercadeo. Y se puso a sembrar esto. Por voluntad propia, por su rendimiento económico o por la amenaza.
Además, no habría producción si no existiera tan alto consumo en el exterior…
El narcotráfico tiene que ser abordado en todas sus aristas y en todos sus componentes, porque de lo contrario tenemos un fundamento hipócrita: atacar a Colombia, estigmatizar a Colombia, pero no comprometerse, por ejemplo, en el tema del armamentismo. Eso es hipócrita. Eso es hipocresía internacional. Debe ser eliminada esa doble moral.
¿Entonces usted es partidario de hablar con el ‘clan del Golfo’, que en Colombia es el símbolo del narcotráfico?
Claro que sí. Es necesario, es necesario. Pero a ellos hay que hacerles la propuesta diferenciada. Es distinto lo que se le propone al Eln a lo que debe proponerse al ‘clan del Golfo’. Con ellos se trata de deponer las armas, dejar el negocio, entregar las rutas e integrarse a la vida normal que, en últimas, es lo que están esperando.
Es decir, ¿usted cree que la ‘paz total’ no es posible sin acuerdo con el narcotráfico?
La ‘paz total’ requiere que se aborde en profundidad el narcotráfico dentro de Colombia y de manera internacional. El tema del narcotráfico tiene que ser incluido y creo que está incluido cuando se habla de ‘paz total’.
¿Por qué cree usted que se debe hablar con el narcotráfico?
Porque el narcotráfico genera la violencia en las regiones, por su manera de cooptar y de ejercer una autoridad ilegal. El narcotráfico genera corrupción. Además, el gran daño que hace el cultivo de hoja de coca al medioambiente, al agua y a la tierra. Va terminando en esclavizar y en destruir al ser humano.
¿Deben ser escuchados los voceros del ‘clan del Golfo’?
Es necesario escucharlos, es necesario verlos como seres humanos. Es necesario quitar el prejuicio de ellos. Son delincuentes, son colombianos, son colombianos que están en una situación atípica y es necesario oírlos, atenderlos y con ellos encontrar soluciones para eso. Colombia puede tener un futuro con esperanza.
¿Qué piensa usted del Eln, que en el pasado tuvo apoyo clerical?
Yo pienso que el Eln ha vivido una historia en las regiones que empezó con una bandera de liberación, como dice su nombre, y era de liberación de todas las esclavitudes sociales, buscando que los más pobres encontraran el mejor estilo de vida; pero con el surgimiento del narcotráfico y la economía ilegal perdió ese rumbo. Y que es el momento de que este grupo grande de hombres y mujeres que está alzado en armas y que tiene el brazalete del Eln piense en Colombia, piense en su futuro, entre a un sistema democrático donde ellos puedan compartir sus ideas, proponer sus ideas, en una política sin armas.
¿Usted sí cree que sea posible en Colombia la ‘paz total’?
Yo creo que sí, pero una ‘paz total’ sin ética, sin moral creo que no es posible.
¿Sin ética?
Me refiero a los valores profundos del ser humano. La verdad, la honestidad, el bien, la unidad, la fraternidad, la solidaridad. Todos estos valores tienen que conjugarse para construir la ‘paz total’. Porque la paz no es la firma de un pacto, es una actitud de los seres humanos. Necesitamos una nueva sociedad, por lo tanto, una nueva cultura que tiene un fundamento ético: el bien común, la fraternidad, la solidaridad y por lo tanto la no violencia. Y el gran maestro de la no violencia es Jesús.
En resumen, la ‘paz total’ requiere, primero, ética. Segundo, moral. Tercero, la verdad. Cuarto, hablar con el narcotráfico. ¿Y quinto?
Y quinto, encontrarnos. ¿Por qué eliminarnos unos con otros? ¿Por qué tenemos que alimentar polarizaciones? Pasemos a una política de diálogo con todos.
¿Se debe mantener el diálogo de paz con la guerrilla?
La guerrilla, más que una institución, son seres humanos, son historias de seres humanos, son muchachos y adultos que han llegado a esta situación. Lo mismo los que están en el ‘clan del Golfo’ y en distintos movimientos que usan armas. Son seres humanos y hay que tomarlos como seres humanos, hay que humanizar las historias de ellos y pasar de un nivel de lucha salvaje al nivel humano del diálogo.
Hay quienes piden suspender los diálogos por el brutal asesinato de muchachos que cumplían servicio militar y que no estaban en zona de conflicto...
Primero, hay que deplorar esta manera de proceder. Eso fue inhumano. Eso que hicieron, eso es violatorio del derecho internacional humanitario y de los derechos humanos. Pero yo creo que no debemos levantarnos de la mesa de diálogo, debemos seguir dialogando. El diálogo es difícil, pero hay que tejerlo y hay que persistir en él. El diálogo es el camino que lleva a la verdadera fraternidad. Y en estos momentos de crisis es cuando se requieren hombres y mujeres valientes para el diálogo con aquellos que hacen el mal, que destruyen, que quitan la vida.
¿Mantener el diálogo con condiciones o sin condiciones?
Hay que poner condiciones. Y las condiciones se deben acordar a medida que vamos avanzando en el diálogo. Y uno de esos pasos a los cuales debemos llegar es el cese del fuego. El cese del fuego que va a construir la posibilidad de que tengamos una sociedad no violenta. Es que nos hemos acostumbrado a solucionar a sangre y fuego todos los problemas. Entonces sí es necesario poner unas condiciones y hay que irlas dosificando. Declaremos el cese del fuego y luego avancemos a los siguientes pasos del diálogo que llevan a compromisos donde la sociedad civil tiene que comprometerse también en ser custodia de esta paz.
Es decir, ¿lo que usted propone es que al reanudarse las negociaciones, el primer punto de la reanudación del diálogo sea el cese del fuego?
Yo no diría que sea el primer punto, pero tiene que ser uno de los puntos que lleven a la confianza. Sí es prioritario. Espero el cese del fuego y cuanto antes, mejor. Y yo creo que en eso la comunidad internacional puede jugar un papel muy importante. Nosotros como Conferencia Episcopal, que somos acompañantes, proponemos siempre con insistencia el cese del fuego.
¿Alguna anécdota llamó su atención?
Hay varias cosas. Él lleva diez años como obispo de Roma y en esos diez años, el Jueves Santo, va a una cárcel y lava los pies, celebra la palabra, da la comunión, confiesa a los presos. Primero, llama mucho la atención el signo, porque es reconocer que detrás de un ser humano que se ha equivocado hay un hijo de Dios. Segundo, él nos contó que una mujer que era directora de una cárcel en Roma hizo todos los trámites para dejar ir a unos presos a encontrarse con el Papa en Roma, sabiendo que era un riesgo porque podían escaparse. Y así fue. Se escaparon tres. Ella preguntó ¿quiénes son los que faltan? Miraron la lista y dijeron fulano, fulano, fulano. Y ella dijo: ‘Tranquilos, ellos fueron a visitar seguramente a sus familiares que viven en tales y tales zonas de Italia y en un par días estarán nuevamente en la prisión’. Y así fue.
Ellos retornaron. Conclusión: el Papa termina diciendo, primero, atiendan a los privados de la libertad en Colombia. Es una de las obras de misericordia, Mateo, 25. Y, segundo, las mujeres tienen una capacidad y una sensación humana y divina que no tiene el hombre. Permitan que muchas mujeres lideren ciertas cosas en Colombia y eso va a generar una nueva sociedad. En Colombia sale el sol todos los días, que salga el sol de la paz, de la esperanza, de la fraternidad y del encuentro como hermanos en Cristo Jesús.
¿Debería ser el cese del fuego prioritario para ambas partes?
Yo creo que sí. Yo creo que hay que llegar a eso. Hay que persistir en el diálogo y a medida que se dialoga ir oyendo a las regiones. Porque todas las regiones tienen un clamor, unas necesidades, todas piden que se las atienda. Entonces no dedicarnos solamente al tema de un grupo tan importante como es el Eln, sino también darle valor al gran grupo de campesinos, de indígenas, de afros, de organizaciones sociales que están trabajando desde la base y que son los protagonistas de una nueva historia.
¿Cómo se puede cambiar una nación socialmente asesinando muchachos que están prestando su servicio militar, que no están en la guerra, que no están en el conflicto?
Yo creo que ese no es el camino de transformar a un país, no podemos acostumbrarnos a decir que estamos en un país violento y que somos una cultura violenta.
Monseñor, ¿cómo le fue con el Papa?
¡El Papa! Oremos por su salud. Recuerda y ama a nuestro país. Los hombres y mujeres de más de 80 años en el mundo son hombres y mujeres que tienen mucha serenidad en su vida porque han pasado durante décadas distintos conflictos. El Papa tiene 86 años, es un hombre que tiene en su mente y en su corazón el mundo, la humanidad. Pero ya hablando de Colombia, él sí tiene la esperanza puesta en Colombia y él nos ha pedido hacer todo lo que sea necesario para tener una Colombia reconciliada y en paz.
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