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#217016

Yo he sido feliz, un cura inmensamente feliz

16 de noviembre de 2020
Padre Castro
Imagen:
OAC
Acaba de cumplir 96 años y celebrará 70 de su ordenación presbiteral. Joaquín Castro Gutiérrez, “El Mono”, sigue feliz y sonriente

Dueño de un maravilloso y muy reconocido sentido del humor, por demás cachaquísimo, el padre Castro recibió en su apartamento a El Catolicismo y, con su privilegiada y perfecta memoria, se paseó por la historia arquidiocesana de los últimos 80 años, desde que entró a los 14 al Seminario Mayor.

El padre Joaquín empezó por rememorar su familia, compuesta por sus padres, don Alfonso Castro Vargas y doña Inés Gutiérrez, más sus tres hermanos. Familia tradicional bogotana, que vivía en la Candelaria y que estaba emparentada con jerarcas de la Iglesia, razón por la cual siempre se sintió cercano y partícipe de la vida eclesial. Y por eso cuando entró al seminario fue un paso muy natural.

Gran conversador no dejó de contar su paso como actor de teatro, cuando, a los diez años, con su hermana cantó la romanza de las sombrillas de la zarzuela Luisa Fernanda, en un atiborrado teatro Colón con público “selecto”, pues estaba el presidente Alfonso López Pumarejo y Carlos Gardel, quien luego fue a felicitarlo al camerino y le auguró una exitosa carrera.

Sobreviviente de enfermedades que fueron mortales en su época, reconoció haber pasado también por su etapa de “maquetas”, por supuesto, muerto de la risa.

Fue ordenado presbítero por el primer cardenal, Crisanto Luque, el 3 de diciembre de 1950.

Habla con un amor profundo de su arquidiócesis, la que reconoce como magnífica, importante y que ha dejado para la historia grandes hombres de Dios desde presbíteros hasta cardenales. Como en “su época” era tan extensa territorialmente tuvo la oportunidad de recorrer muchas parroquias desde Girardot hasta Zipaquirá. Una de sus grandes experiencias fue ser párroco en San Pedro de Usme, tal vez la parroquia más extensa de la Arquidiócesis, con “todo y páramo”.

De sus épocas de párroco, pasó en 1969 a ser Director Nacional de Caritas; en sus viajes conoció, en Essen, Alemania, una forma de ayuda y soporte para los padres que venían de diócesis lejanas a prestar sus servicios en la Conferencia Episcopal. Así que, cuando lo nombraron nuevamente párroco, en Santa Clara de Asís –su gran devoción con san Francisco- construyó un edificio con 20 apartaestudios para que allí pudieran vivir sin afugias los padres de otras diócesis. El edificio se llama san Damián.

En el año 2000, asumió la parroquia Beato Mariano de Jesús Eusse, en un sector muy acomodado de Bogotá, y aunque no dejó templo, dejó una comunidad a la que le celebró diariamente hasta que empezó la pandemia.

Serísimo en sus análisis, habla con propiedad de la historia, de la pastoral, de los curas, de su calidad, de su dedicación… de los ocho arzobispos con los cuales ha compartido la pastoral y el trabajo.

Sin lugar a dudas, un verdadero ejemplo de fidelidad sacerdotal.

A continuación, algunas de sus palabras, recogidas de la entrevista para El Catolicismo:

 

 

Padre Castro
Fuente:
Oficina Arquidiocesana de Comunicaciones
Oficina Arquidiocesana de Comunicaciones
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