El pasado 16 de julio en la Catedral Primada de Bogotá, se celebró una Eucaristía en honor a la fiesta de la Virgen del Carmen, presidida por monseñor Octavio Ruiz, arzobispo emérito de Villavicencio y concelebrada por el padre Jorge Marín, párroco de la Catedral. Allí, asistieron cientos de feligreses, quienes llevaron sus escapularios, los cuales fueron bendecidos al finalizar la celebración.
Durante su homilía monseñor Ruiz pidió la intercesión de María “Hoy que venimos ante la imagen de la Virgen del Carmen, queremos poner bajos sus pies nuestra patria, nuestra Arquidiócesis para que interceda el Señor, ÉL es príncipe de la paz, que nos de la tranquilidad y serenidad. Pidamos para que nuestros gobernantes hoy y mañana puedan ayudar para que se construyan esos los lazos de justicia, de igualdad entre todos, que podamos hacer de nuestra Colombia y nuestra patria una nación grande, donde todos nos podamos sentir orgullosos, porque nos ayudamos mutuamente.
“Queridos hermanos ante la imagen de la Virgen del Carmen, démosle gracias a Dios, porque María es aquella que ha hecho posible la presencia del Señor en medio de Nosotros a través del misterio de la encarnación tenemos al Señor que por medio de su palabra y de su eucaristía quiere que sintamos su presencia amorosa y que bajo la intercesión de la santísima Virgen María, logremos verdaderamente la salvación que es la vocación a la cual estamos todos llamados”. Indicó monseñor Ruiz
María, auxilio en la hora final
El 16 de julio de 1251, San Simón Stock, superior de la Orden de Nuestra Señora del Monte Carmelo (carmelitas) se encontraba en oración, pidiendo a Dios por sus hermanos perseguidos. De pronto, la Virgen María se le apareció.
Nuestra Señora se presentó vestida con el hábito de la Orden y, dirigiéndose al santo, le extendió la mano para entregarle el escapulario carmelita. La Virgen, entonces, le prometió que libraría del castigo eterno a todo aquel que lo llevase puesto.
Esto ocurrió en Aylesford (Inglaterra) y marcó el inicio de esta hermosa devoción a la “Reina y Señora del Monte Carmelo”, piedad que ha ido floreciendo y extendiéndose con abundantes frutos de santidad.
El escapulario
El escapulario de la Virgen del Carmen recibió reconocimiento oficial del Papa en 1587 y ha sido respaldado posteriormente por numerosos pontífices a lo largo de los siglos.
Gracias a la fuerza simbólica que tiene el escapulario para evocar la promesa hecha por la Virgen, la Orden carmelita y sus obras han venido recibiendo un enorme impulso apostólico: hoy los carmelitas -tanto hombres como mujeres- tienen presencia en todo el mundo.
El escapulario es, además, un símbolo del encuentro entre la Antigua y la Nueva Alianza, entre el Antiguo y el Nuevo Testamento.
Devoción
Es imposible enumerar los lugares dedicados a Nuestra Señora del Carmen o sus patronazgos. Solo por mencionar a España, es patrona de los marineros y pescadores, así como de la Armada Española. Las ciudades que celebran su fiesta en ese país son incontables.
En América sucede algo similar en casi todos los países de habla hispana: Argentina, Bolivia, Colombia, Chile, Ecuador, Perú, Paraguay, Uruguay o Venezuela. Sin duda el impacto de la espiritualidad carmelita ha convocado, y sigue convocando hoy, a millones de personas a amar y pedir la protección de la Virgen del Carmen.
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