‘Envío Misionero en comunión, en camino y con unción’
Recordando que como bautizados hemos sido ungidos y “esa unción nos hace misioneros”, monseñor Luis José Rueda Aparicio, arzobispo de Bogotá y presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC), durante la celebración eucarística del domingo, 11 de julio 2021, transmitida por el canal RCN, desde la Capilla del Sagrario, se refirió a tres características centrales del Envío Misionero: comunión, camino y unción.
Haciendo eco a la invitación que la Palabra presenta en este domingo, en el que se reflexiona sobre la vocación cristiana, “que nos impulsa a llevar la Palabra de Dios y que nos constituye como profetas y enviados a predicar su Reino”, el prelado oró por el país, por la situación social, por las familias, los enfermos, por cada uno de los colombianos, y aseguró que, en medio de las complejas circunstancias que se viven, “no hemos perdido la esperanza. Mientras Cristo Jesús nos siga llamando y enviando, nosotros seguimos respondiéndole porque significa que Él nos sigue amando, nos sigue perdonando, redimiendo a cada uno de nosotros”.
En comunión
Explicando el primer elemento del envío misionero, retomó el capítulo 6 de san Marcos, en el que “el Señor los manda de dos en dos. ¿A quiénes?, a los doce, a los que Él había llamado, para dar testimonio de unidad, para que ellos vayan aprendiendo ese camino de Iglesia, superando todo egoísmo, todo narcisismo, todo individualismo”.
Ante este llamado, debemos recordar que “entre ellos había diferencias culturales, de edad, de experiencias, como pasa en nuestras familias, en nuestra comunidad, pero el Señor quiere comenzar un proceso de comunión, que lleva a los doce a constituirse en comunidad misionera”.
No es algo fácil, señaló, “es algo que se va haciendo mientras se aprende con Jesús a vivir la verdadera fraternidad, eso requiere tiempo”.
Así que “si usted quiere construir su pequeña comunidad de apostolado misionero; si usted quiere construir su pequeña comunidad que es la familia, vaya poco a poco, pero no se canse de construir comunión; de encontrarse; de dialogar; de respetarse; de promover un liderazgo comunitario, de cercanía y de diálogo, porque ese envío misionero que tenemos todo por ser bautizados, hombres y mujeres, se vive en comunión”, afirmó.
En camino
Retomando la primera lectura de la profecía de Amós (7,12-15), quien era un agricultor, explicó que “Amós fue llamado por Dios y lo puso en camino (…) Por eso, el segundo elemento del envío misionero es el camino”.
“A pesar de que era una sociedad próspera tenía enfermedades sociales como: la injusticia, la corrupción. Había abandono, indiferencia, frente a los más pobres, pero además tenían una gravísima enfermedad: la idolatría, tenían ídolos, no ponían fielmente su corazón en Dios. Se postraban ante dioses que tiene ojos y no ven, tiene oídos y no oyen, que no tienen corazón para amar como Dios, nuestro Padre. Ellos, a pesar de todos los signos del amor de Dios, se habían vuelto idólatras, es decir, habían alejado su corazón de Dios, se habían apartado del abrazo de Dios”.
Además, agregó, “habían caído en un pecado social gravísimo, que es la autosuficiencia, que es pensar que con los medios económicos, con los medios humanos, se puede hacer una sociedad ideal y el profeta empieza diciéndoles: <<Ustedes venden al inocente por dinero y al pobre por un par de sandalias…>> ¡Les está reprochando con claridad!, se puso en camino misionero como profeta”.
En esta línea, llamó la atención afirmando que “hace falta que nosotros, los bautizados, seamos defensores de los pobres con nuestras actitudes y no solamente de discurso, sino de cercanía, de amor hacía los más frágiles, hacia los ancianos, los enfermos, los que estén distanciados de la atención médica…”.
“Dios quiere que volvamos al camino y por eso nos manda profetas, servidores de la verdad”.
Remitiéndose al texto del profeta Amós, en el capítulo 9, que es el último, señaló que “allí hay un Oráculo, que le cae bien a su familia, a mi vida, y a la sociedad colombiana. Es una promesa de parte de Dios que les ha denunciado el pecado social, pero les dice: <<Los levantaré, levantaré la choza caída de David (…) Los voy a hacer el pueblo que tome el camino de la justicia, de la vida, el camino de la verdad>> ¡Que interesante y actual es esa profecía de Amós, allá en el Antiguo Testamento, para nosotros hoy!”.
Con unción
Pidiendo al Señor que unja nuestra patria, precisó que “la sociedad, en todos los tiempos, es fruto de la conciencia de las personas. Si queremos una sociedad renovada debemos renovar nuestro corazón y nuestra conciencia”.
“La gracia de los Sacramentos nos levanta, nos sana, nos libera; por eso, Jesús les dice a sus apóstoles que vayan y unjan. Ellos son ungidos para ungir.
"Recuerden que al ser bautizados somos ungidos. Nos han ungido el pecho para que nuestros sentimientos sean de fraternidad y de solidaridad; nos han ungido la cabeza, con el Crisma de la salvación, para que tengamos un pensamiento según el amor de Dios, según el Plan Redentor de Cristo Jesús. Esa unción de la misericordia, de la ternura, que se hace cercana a las heridas de las familias, a las heridas de los enfermos, del que está tirado en el camino, de Colombia que necesita ser ungida”.
“(…) Les recuerdo, usted y su familia son bautizados y esa unción nos hace misioneros. El Señor confía en nosotros como iglesia”.
A continuación, la homilía completa:
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