Así fue descrita, durante el Encuentro Arquidiocesano Pascual, la gracia y bendición que representa la experiencia eclesial de Emaús, presente en más de 70 parroquias de la Arquidiócesis de Bogotá.
“Ustedes, caminantes con Jesucristo, son signo de esperanza en medio de esta realidad que afrontamos”, afirmó monseñor Luis José Rueda Aparicio, durante la eucaristía celebrada en la Basílica Metropolitana de Bogotá - Catedral Primada de Colombia, en vísperas de la Fiesta del Buen Pastor.
El prelado, tras agradecer el compromiso de estos hombres y mujeres que han sido dóciles a la acción del Espíritu Santo, transformando sus vidas y siendo fermento para la transformación de cientos de personas y de realidades familiares y comunitarias, los convocó a “unirse en el camino discipular misionero de la Arquidiócesis, y reconocer en este año las semillas de esperanza que se están gestando”.
Retomando las lecturas del día, el también presidente del episcopado colombiano, hizo énfasis en tres verbos que manifiestan la acción del Señor en nuestra vida:
- Conducir.
“Dice el salmista: <<El Señor es mi pastor, nada me falta. En verdes praderas me hace recostar; me conduce hacía fuentes tranquilas…>> El Buen Pastor ha conducido nuestra vida; el mismo dijo: <<Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida>>, y cuando acompaña a los caminantes de Emaús, que vienen de Jerusalén con la tristeza del fracaso de Aquel en quien habían puesto toda su esperanza y retornan a Emaús, viene a ellos en medio de la crisis que están viviendo con un acompañamiento, una conducción maravillosamente respetuosa, porque así es de sutil el Señor con nosotros. Él conduce nuestra vida sin empujarnos, sin obligarnos … respetando nuestra libertad de hijos de Dios”, explicó monseñor Luis José, al tiempo que enfatizó en el llamado a dejarse conducir por Él, por el Buen Pastor”.
La Arquidiócesis los invita, agregó, a “vivir en sus familias, en sus comunidades, en sus parroquias, un camino discipular misionero. Así llamamos esta experiencia que queremos vivir de 10 años, hasta el 2033. Un camino donde es Cristo el que nos conduce, se convierte en camino y meta…”.
“El Señor se hace conductor de nuestra vida, acompañándonos en el sendero de nuestra existencia y respetando profundamente nuestra manera de avanzar, en el ritmo que cada uno lleve”.
- Restaurar.
El Señor restaura nuestra vida … como dice una bella plegaria eucarística: “El Señor, el Buen Samaritano, se acerca a nuestras heridas con el aceite de consuelo y vino de la esperanza”.
“El Buen Samaritano es objeto de cercanía, de compañía, de verdadera amistad en el dolor, para sanar, para levantar, para restaurar…”
“En Emaús aprendemos a vivir la fraternidad, que es propia de la Iglesia… No se vive como Iglesia en el encierro, en el individualismo, en la indiferencia. Se vive como Iglesia, como Pueblo de Dios, cuando somos capaces de caminar juntos”. Y somos dóciles a la acción del Espíritu Santo para ayudar en el camino de restaurar, de reconstruir la vida de otros, al tiempo que el Señor restaura mi vida.
“El Buen Pastor quiere seguir reconstruyendo la vida en la Iglesia, a través de los sacramentos, a través de la Palabra, a través de la experiencia fraterna de Emaús en las distintas parroquias”.
- Ungir.
Eso hace el Buen Pastor.
“Me alegra mucho que Emaús pone el énfasis en la gracia, en la vocación y en la misión de los laicos … Ustedes son mujeres y hombres ungidos del Señor en la Iglesia; ungidos con óleo de alegría, de esperanza, de santidad…”.
“Necesitamos ungir a Bogotá; a muchas familias, comunidades, que no tienen la alegría de conocer al Señor, eso nos desafía en la misión”. Ustedes, Emaús, son signo de esperanza en este caminar.
La solemne eucaristía fue concelebrada por monseñor Germán Medina, obispo auxiliar y vicario episcopal de evangelización. Participaron párrocos que acompañan esta experiencia; sacerdotes que han caminado en los retiros de Emaús; rectores; coordinadores; miembros del comité arquidiocesano para el acompañamiento de los retiros; hombres y mujeres que han servido en los distintos retiros - caminantes; ministerios parroquiales, grupos y personas afines a esta experiencia eclesial, como: Effetá, Domus, Cielo, Semillitas, entre otros.
La experiencia espiritual-eclesial Emaús ha caminado en territorio arquidiocesano por más de 30 años, dando abundantes frutos de conversión, a partir de un encuentro con Cristo Vivo, Padre amoroso y misericordioso.
Tras este encuentro presencial, después de tres años, el compromiso ha sido fortalecer la articulación con la dinámica pastoral de esta Arquidiócesis, en su caminar sinodal, por una Iglesia en comunión, participación y misión.
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