Arquidiócesis entrega cerca de 2 mil desayunos a habitantes de calle y familias vulnerables en la Jornada Mundial de los Pobres
En las primeras horas del domingo 17 de noviembre, manos generosas y corazones dispuestos de laicos voluntarios, religiosos, religiosas y sacerdotes, aceleraban el paso disponiendo todo para la conmemoración de la octava Jornada Mundial de los Pobres en la Arquidiócesis de Bogotá, organizada por la Diaconía para el Desarrollo Humano Integral.
Sería una mañana de “oración callejera”, como la describió el cardenal Luis José Rueda Aparicio, en dos de los sectores de mayor vulnerabilidad en el centro de Bogotá: Las Cruces y San Bernardo.
“Este es un lugar donde se ubican muchos habitantes de calle, muchas personas en situación de vulnerabilidad … Y estamos diciéndoles que la Iglesia está con ellos, que los ama, que nos sentimos cercanos, oramos con ellos y rezamos con ellos…Hoy, unidos al Santo Padre, nos encontramos en esta oración, con un alimento caliente, con cariño y cercanía”, explicó el purpurado, quien, previo a la celebración de la santa misa, se dispuso a servir a esta población, apoyando la entrega de los desayunos y mercados; ayudando en la limpieza del sector, a manera de ejemplo y llamado al cuidado del entorno y la importancia de dignificar tanto la vida como los espacios en los que se habita; entregando una sonrisa y una palabra de cercanía y esperanza.
El Evangelio hecho obras
En esta jornada de solidaridad, fraternidad y esperanza, fueron entregados: 600 desayunos a habitantes de calle y adultos mayores en el sector de Las Cruces; y en el barrio San Bernardo, se compartieron 800 desayunos con habitantes de calle.
Además, 600 personas pertenecientes a familias vulnerables de territorios acogidos por las parroquias: San Alberto Hurtado, San Marcos, Nuestra Señora del Carmen - Las Cruces, Nuestra Señora de Belén, Nuestra Señora de los Dolores y la Basílica del Sagrado Corazón de Jesús – Voto Nacional, fueron beneficiadas con un desayuno y con 300 mercados, gracias al apoyo del Banco de Alimentos de Bogotá.
El acompañamiento y atención a esta población en estado vulnerabilidad cuenta con el compromiso y esfuerzo de la Iglesia católica, y continúa fortaleciéndose gracias al servicio generoso de laicos de distintas zonas de Bogotá, comunidades religiosas; consagrados; y el establecimiento de alianzas estratégicas a nivel público y privado.
“El Papa Francisco nos regaló hace 8 años esta iniciativa de la Jornada Mundial de los Pobres, este año con el tema: «La oración de los pobres sube hasta Dios», e hizo énfasis en estas manos que se encuentran: la mano que da y la mano que recibe, entonces es muy bonito poder decir que a través del encuentro, nosotros podemos llevar esa sonrisa, esa palabra, ese Evangelio … el compartir solidario, y desde ahí hablamos de una evangelización de los pobres, de los más abandonados”, afirmó el padre Jorge Eliécer Arias Toro, coordinador de las pastorales de calle, de la dignidad humana en adicciones y de la tercera edad.
Al referirse al fortalecimiento y consolidación del llamado Distrito de la Misericordia impulsado por esta Arquidiócesis, el sacerdote recordó que este distrito no es geográfico, sino que se refiere a la presencia, atención, solidaridad, acogida y siembra de la esperanza en las periferias existenciales de esta ciudad-región.
A su turno, monseñor Ricardo Pulido, vicario episcopal de la Diaconía para el Desarrollo Humano Integral agradeció la solidaridad de laicos y consagrados que se han sumado a la propuesta de trabajar por el desarrollo humano integral de las comunidades. Destacó que actualmente, cerca de 100 sacerdotes y más de 500 voluntarios están vinculados de manera directa a acciones adelantadas desde la Diaconía para el Desarrollo Humano Integral de la Arquidiócesis de Bogotá.
“El arte de la oración es una gran riqueza”
Como cierre de la conmemoración, el cardenal Luis José Rueda Aparicio, recordó que todos, desde diversas circunstancias vivimos situaciones de pobreza: física, espiritual, familiar…. Y que es en la oración en donde encontramos la fortaleza, guía y gran riqueza.
“Un desayuno sí, un alimento sí, lo material sí, pero para que esto se logre es necesario sabernos pobres y tener anhelos de la riqueza que da Dios… Lo que trae alegría es su presencia entre nosotros (…) Si aprendemos el arte de la oración tendremos una gran riqueza”, insistió.
“Dios está con nosotros, nunca se sientan solos, porque Dios y la Iglesia están con ustedes”, les dijo a los asistentes a la santa misa en la llamada “Catedral de los Pobres, de la Misericordia”, la parroquia Nuestra Señora del Carmen- Las Cruces.
Una visita de esperanza y misericordia
Finalizada la eucaristía, el cardenal Luis José Rueda, en compañía del padre Juan Felipe Quevedo, párroco en Nuestra Señora de los Dolores y capellán de la Línea Blanca Centro, que acobija el Instituto Nacional de Cancerología
En el pabellón de final de vida, administraron el sacramento de la reconciliación, la unción de los enfermos, oraron junto a estas personas y sus familiares. Como un signo de cercanía e invitación a permanecer en oración, acogiéndose a la intercesión de la Santísima Virgen, con el rezo del Rosario, se les entregó una camándula.
Acompañaron la conmemoración de la Jornada Mundial de los Pobres 2024 en el Distrito de la Misericordia: el equipo arquidiocesano de la Diaconía para el Desarrollo Humano Integral; monseñor Yoani Cupitra, vicario episcopal de la VET Espíritu Santo, de la que hace parte este territorio; los párrocos que sirven y pastorean la zona; comunidades religiosas; jóvenes en formación para el sacerdocio del Seminario Redemptoris Mater de esta Arquidiócesis y
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