1.500 árboles plantados en Choachí, como signo de reconciliación con la Casa Común
En un gesto de cuidado y respeto por la creación, estudiantes, docentes, directivos y padres de familia del Sistema Educativo de la Arquidiócesis de Bogotá (SEAB), unieron esfuerzos para plantar 1.500 árboles nativos del Bosque Andino en la vereda Barro Negro, municipio de Choachí (Cundinamarca). La jornada se adelantó en el marco de la celebración de los 10 años del Sistema Educativo, que coincidió con la Semana por la Paz 2024.
Un abrazo a la Casa Común
El pasado 12 de septiembre, bajo el cálido sol y el abrazo de las montañas de Choachí, cerca de 300 niños, jóvenes y adultos pertenecientes a la comunidad educativa de SEAB, compuesto por 19 colegios parroquiales y por la Fundación Universitaria Monserrate – Unimonserrate, participaron en la jornada adelantada en la Finca San Antonio, de la parroquia rural arquidiocesana San Miguel Arcángel.
Monseñor Ricardo Pulido, vicario episcopal de la Diaconía para el Desarrollo Humano Integral, explicó el sentido detrás de esta actividad:
"Queremos que los niños y jóvenes comprendan que es fundamental establecer una nueva relación con la naturaleza para garantizar el futuro de la humanidad. Esta es la segunda sembratón que organizamos y, en esta ocasión, hemos centrado los esfuerzos en Choachí, en un lugar especial que llamamos ‘El Arca’, en honor al cuidado de la creación".
El sacerdote agregó que este espacio va más allá de la siembra: "Aquí no solo formamos en el cuidado del medio ambiente, también formamos en la misericordia con nuestro planeta. Este lugar se convertirá en un espacio emblemático para la Arquidiócesis de Bogotá, la primera granja ecológica que pondrá en práctica la reforestación y la educación ambiental”.
Un proyecto sostenible y comunitario
El padre Luis Alfonso Canedo Restrepo, párroco en San Miguel Arcángel y coordinador arquidiocesano para el Cuidado de la Casa Común, describió el alcance a largo plazo del proyecto San Francisco de Asís, que se desarrolla en la finca San Antonio, lugar en el que se realizó esta jornada por el cuidado de la Casa Común:
"Nuestra meta es que esta granja sea un modelo a seguir para la comunidad local, mostrando que es posible producir alimentos de manera sostenible. Queremos que además de ser un espacio educativo para los niños, sea un pulmón verde para la región. Y, en este camino, integrar a los campesinos y fomentar un turismo comunitario que beneficie a todos".
Sembrar esperanza y reconciliación
En desarrollo de esta salida misionera,
La jornada concluyó con un momento de oración y reflexión, donde los participantes encendieron velas como símbolo de luz y esperanza. Con cada árbol plantado, renovaron su compromiso con la naturaleza, recordando que somos responsables de proteger y cuidar la Casa Común.
La segunda sembratón arquidiocesana se convierte en una muestra de cómo la educación, la fe y el compromiso con el medio ambiente pueden ir de la mano para construir un futuro más humano, respetuoso y esperanzador para todos.
Acontinuación, momentos de la Sembratón Arquidiocesana 2024:
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