La semana santa, además de los dones espirituales que siempre lleva a la Iglesia, significó para la Arquidiócesis de Bogotá un momento también de alegría pues el Santo Padre nombró un nuevo obispo auxiliar. Se trata de monseñor Alejandro Díaz García, quien hasta este momento se desempeñaba como vicario episcopal territorial en la vicaría de san Pablo, zona suroriental de Bogotá.
El nuevo obispo, que será consagrado el 4 de mayo de 2024 por el cardenal Luis José Rueda Aparicio, hace parte del clero de Bogotá y prestó durante varios años sus servicios sacerdotales en Roma en temas de evangelización. Hombre bien preparado en lo intelectual y lo pastoral, seguramente seguirá siendo un colaborador muy importante para el Primado y para toda la Arquidiócesis de Bogotá.
Este nombramiento implicó realizar algunos movimientos entre el clero de Bogotá. Para suceder al nuevo obispo auxiliar ha sido nombrado el padre Mauricio Urbina Villamil, hasta ahora párroco en Santa María del Camino, sector de Colina Campestre, al norte de Bogotá; y que será asumida por el padre Alessandro Alessi. Llega al cargo con la experiencia de haber sido asistente del arzobispo Rubén Salazar Gómez y también párroco, con una preparación académica importante. Procede del Camino Neocatecumenal y en él se hace también un reconocimiento a este movimiento que tantos aportes pastorales ha hecho a esta iglesia local.
Por otra parte, el actual rector del Seminario Mayor, padre Edwin Vanegas Cuervo, concluye su misión en este importante claustro después de muchos años de servicio en el mismo. Realizó una rectoría con seriedad, profundidad y apertura a otras diócesis necesitadas de un buen centro de formación sacerdotal. Ahora asumirá la vicaría episcopal territorial de san José, que abarca parte del sur de la ciudad y los municipios de oriente. Quien hasta ahora estaba al frente de esta tarea, monseñor Jaime Mancera Casas, toma las riendas del Seminario Mayor, dejando una vicaría muy viva y con un serio trabajo de reflexión sobre los cambios sociológicos y culturales que ya tocan a los municipios del oriente de Bogotá y que están planteando nuevos retos a nivel evangelizador y pastoral.
En los cuatro cargos pastorales señalados, esta Arquidiócesis sigue en muy buenas manos. Tanto el nuevo obispo auxiliar como los nuevos vicarios episcopales y el nuevo rector del Seminario Mayor son sacerdotes que gozan del mayor aprecio entre el clero; sus trayectorias han sido de verdaderos pastores, sacerdotes íntegros y servidores sencillos de la comunidad cristiana. Para el arzobispo Rueda Aparicio, serán con toda seguridad unos colaboradores de primer orden y de todas las horas.
A la base de todos estos movimientos, por lo demás muy normales dentro de la vida sacerdotal, está el hecho de que el papa Francisco haya decidido trasladar a Roma al obispo auxiliar Luis Manuel Alí Herrera, para que siga trabajando, ahora a nivel universal, en el tema de la protección de menores, en lo cual acumuló una gran experiencia en Bogotá y todo el país. En el mes de mayo este buen obispo ha de estar despachando en la Ciudad Eterna.
Deja un legado muy importante en muchos campos monseñor Alí, pues también se ocupaba de la vida consagrada en Bogotá – tarea encomendada ahora a monseñor Daniel Delgado- y de la secretaría de la Conferencia Episcopal de Colombia. En la historia reciente, es el tercer obispo colombiano y también del clero de Bogotá que prestará sus servicios en la Santa Sede, pues actualmente lo hace monseñor Mauricio Rueda como nuncio apostólico; y por muchos años estuvo en Roma monseñor Octavio Ruiz Arenas.
Concluyamos esta nota recordando que en la vida cristiana todo don implica una misión. Auguramos a todos los anteriores un feliz desempeño en sus tareas. Sus nominaciones dan a la Arquidiócesis de Bogotá la seguridad de que sigue en buenas manos y reflejan que su sacerdocio es claramente prolongación del único sacerdocio de Cristo. Así debe ser.
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