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Las nuevas generaciones del clero

5 de agosto de 2024
Imagen:
Caminos Religiosos

El clero colombiano no es un clero envejecido. Por el contrario, en la mayoría de las diócesis de Colombia hay cierta abundancia de clero relativamente joven, personas de mediana edad, llenas de vida y salud. Esto debería ser siempre un motivo de esperanza, pues en la juventud está la fuerza, la innovación, la intrepidez y, se supone, la capacidad de asumir tareas difíciles y retadoras. 

En la Iglesia, los obispos y sacerdotes mayores siempre han encarnado la sabiduría y el buen consejo, y lo hacen desde los puestos de dirección. La combinación entre este grupo de experimentados pastores y la fuerza de los más jóvenes debería generar, para esta época, el nuevo estilo de hacer presencia evangelizadora en el mundo.

Recientemente han sido ordenados nuevos obispos en Colombia y todos son relativamente jóvenes, ¿se les puede pedir algo en particular a ellos? Además de su fe y el amor por su ministerio, que los hizo idóneos para el obispado, estos nuevos prelados tienen ante su mente y voluntad el reto de inyectar nuevos bríos a cada iglesia particular. Tienen el llamado a traer a la discusión eclesial las nuevas formas del pensamiento y las nuevas maneras de ver el mundo que hay en sus generaciones y en las que los siguen de cerca. Enfrentan la mirada de sus hermanos sacerdotes y de los fieles laicos, quienes los observan, no esperando milagros, sino signos esperanzadores, como lo plantea el cuarto evangelio cuando presenta a Jesús ante las multitudes.

Y es muy importante que los nuevos obispos y también los sacerdotes jóvenes tengan la preocupación y la ilusión de aportar algo novedoso a las comunidades a ellos encomendadas. Que no escuchen tan pronto la desanimadora expresión “lo mismo de siempre”, que tantas veces resuena en el ámbito pastoral y eclesial. La fuerza de Jesús siempre ha estado en ser novedad, tanto cuando habitó entre nosotros, como en su presencia en el cuerpo místico de la Iglesia. 

En este sentido, el clero joven debe ser capaz de tener el lenguaje de esta época y tener la capacidad de percibir los grandes anhelos del hombre y la mujer contemporáneos. Ha de ser un clero que también, como suele decirse, “esté en la onda” y que huela no solo a oveja, sino a esta época, que no caiga en la tentación de querer tener aroma de épocas ya idas y superadas.

Al clero joven y a los nuevos obispos se les podría pedir que sean muy audaces y que se la jueguen toda por el Evangelio sin muchos cálculos humanos ni nada que se le parezca. Existe el riesgo de que el cuerpo eclesiástico, con su peso inmenso y sus costumbres milenarias, los absorba indebidamente, robándoles su juventud, creatividad y su intrepidez. 

La historia más notable de los obispos y sacerdotes la han hecho los que pusieron su sello en las tareas encomendadas y llevaron la evangelización a fondo, fueron fundadores de mil cosas, transformadores sociales y espirituales, líderes cívicos de amplio espectro. Y supieron aguantar en silencio a sus oponentes y críticos, que nunca faltan, pero no renunciaron a sus ideales y a sus obras.

Para finalizar, una nota de último momento. El Papa recomienda la literatura para la formación sacerdotal y para los ministros sagrados. Ojalá el clero joven se distinga por poseer una cultura más allá de la eclesiástica y sea capaz de dedicarle tiempo a sentir a la humanidad en su producción cultural literaria. ¿Volveremos a encontrar bibliotecas en las casas curales y episcopales o seguiremos en manos de pantallas gigantes?

Oficina Arquidiocesana de Comunicaciones
Fuente:
Dirección- El Catolicismo.com.co
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