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Hay catequesis y hay catequistas

24 de abril de 2023
Imagen:
OAC

No solo muy interesante, sino especialmente concurrido estuvo el Congreso de Catequesis de la Arquidiócesis de Bogotá, realizado los días 21, 22 y 23 de abril de este año. Ambos son signos alentadores. Da mucho gusto ver que la mayoría del clero de Bogotá se sumó a la invitación para participar en este encuentro sobre la catequesis, de la cual, el primer responsable es cada sacerdote de esta iglesia particular.

Y ni qué decir del lleno completo que lograron los catequistas de toda la ciudad para unirse a ese momento en que su labor no solo es reconocida, sino colocada en primerísimo lugar en el quehacer de la Iglesia en Bogotá. Y quizás sea ya preparación muy próxima para que se den las primeras instituciones de este servicio – ministerio que el Papa ha querido implementar en toda la Iglesia.

Pero, sin duda, el núcleo de este congreso lo constituyó y lo constituye hoy en día en la catequesis de la Iglesia, el planteamiento de este servicio eclesial como verdadero acompañamiento espiritual para el desarrollo de la fe en las personas. Su carácter es decididamente mistagógico. Esto implica una verdadera revolución para el modo en que tradicionalmente se hace la catequesis en la Iglesia.

De manera muy gráfica, el padre Manuel Jiménez, el gran artífice de este planteamiento, señaló que la catequesis actual consiste en hacer cursos para, al final, despedir a las personas, cuando en realidad debería ser el mejor motor para que continuaran creciendo en la fe con el acompañamiento de la Iglesia, a través, por ejemplo, de los catequistas.

Como quien dice, hoy en día, de algún modo, recibir catequesis es prepararse para perder un poco el vínculo espiritual y mistagógico, con la comunidad eclesial. Sorpresas que da la vida.

Estamos, pues, ante un reto que ya ha empezado a afrontarse en algunos campos de la iglesia arquidiocesana con buenos frutos. El reto primero consiste en cambiar la mentalidad que existe tanto en obispos, sacerdotes, diáconos, catequistas y fieles laicos, respecto de la catequesis. Se trata de pasar de acciones puntuales –cursos, clases, encuentros- a procesos de largo plazo para que la fe llegue a arraigar y a dar forma tanto a las personas como a las comunidades, según el corazón de Cristo. Incluso, que llegue a generar una cultura que pueda ofrecer nuevos modos de ser y hacer a las personas que se sienten discípulas de Cristo. Cuando de cambiar mentalidades se trata la tarea es enorme, pero en este campo de la catequesis se siente que las propuestas empiezan a calar poco a poco.

Lo que sí está claro hoy en día, por fortuna, es que hay muchos catequistas listos para la tarea. Son personas preparadas, que aman su Iglesia, sus parroquias, que son muy constantes en su compromiso y que no ven la hora de estar realizando su misión.

Corresponde ahora al obispo, a los párrocos, enviarlos decididamente más allá de los templos, como suele reclamarse hoy con tanta fuerza. Una ciudad como Bogotá, tan compleja en su organización, tan difícil en su movilidad, tan cerrada en sus conjuntos residenciales, tiene en los catequistas de nuevo cuño unos servidores muy importantes.

Ellos están llamados a ir a esos lugares, comunidades y personas que no están a la vista de las sedes parroquiales y de los templos. También para hacer presencia en los ambientes juveniles que están por toda la ciudad. Para llevar la buena nueva a tanta gente mayor que prácticamente ha sido recluida en sus casas y apartamentos por la dureza y la inseguridad de la ciudad capital. Y, cómo no, a llegar a las veredas de los pueblos que también hacen parte de la Arquidiócesis de Bogotá. Es una fuerza muy grande que bien vale la pena aprovechar y movilizar para evangelizar a tiempo y a destiempo, como ordena el Apóstol.

El Congreso de Catequesis de la Arquidiócesis de Bogotá ha sido un verdadero éxito y le da un aire esperanzador a toda esta iglesia particular, pues marcó un derrotero cierto y convocó a todos los que están listos para la misión. Para eso existe la Iglesia, para evangelizar (Pablo VI).

PD: No es fácil entender cómo el presidente de Colombia esté dedicado a salvar al país vecino o a su gobierno, mientras en este los conflictos crecen como espuma.

Oficina Arquidiocesana de Comunicaciones
Fuente:
OAC
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