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Clase de religión: ¿sí o no?

1 de agosto de 2022
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El Mostrador

Ha reaparecido recientemente, aunque cada vez con menos fuerza, el tema de si es legítimo ofrecer clase de religión en las escuelas y colegios de Colombia. El Consejo de Estado se ha pronunciado a favor del sí, reiterando que no es cátedra obligatoria para el que no lo quiera tomar. Esto es sabido y así funciona actualmente.

Sin embargo, este concepto no debe dejar tranquilos a los verdaderos evangelizadores. También se sabe cómo muchas veces una supuesta clase de religión termina, no solo en los contenidos más extraños y sincréticos, sino en manos de personas que poca o ninguna formación tienen para realizar esta tarea.

Toda la Iglesia en Colombia debe apersonarse mucho más del tema pues estas “ventajas” institucionales hoy en día tienden a ser más bien una autocomplacencia que no siempre da los frutos esperados.

En realidad, la Iglesia en Colombia tiene que ir dando con claridad un paso al cual se ha resistido de tiempo atrás. Consiste en hacerse cargo de la evangelización y formación espiritual de sus fieles sin tener que esperar que otras instituciones la apoyen por mandato de ley.

Y si se piensa en el nuevo tipo de pensamiento que vendrá con el gobierno entrante, es muy posible que este apoyo institucional, no solo se debilite, sino que quizás en el fondo no sea conveniente. Para nadie es un secreto que la ideología que dominará el panorama político de Colombia en los siguientes años es poco inclinada al tema religioso, tiene grandes desafectos con la Iglesia, y sus contenidos ideológicos chocan abiertamente con la doctrina católica. El nuevo ministro de educación no será quien apoye la labor evangelizadora a través del aparato educativo colombiano.

Lógicamente que en aquellas instituciones en las cuales se lleva a cabo una formación religiosa y espiritual bien hecha y con personas idóneas, además del apoyo institucional, tiene todo el sentido continuarla. Pero donde no es así debe darse una respuesta eclesial a nivel de parroquias y movimientos apostólicos, para asumir la evangelización de los bautizados.

La lección que ha dejado para la Iglesia la clase de religión bien realizada es que la formación espiritual toma muchos años, pero que ni aun así está garantizada su continuidad y profundidad. Es decir, la Iglesia nunca puede dejar de ver cómo evangeliza continuamente a sus hijos e hijas y nunca puede darse por satisfecha de lo realizado. E insistimos: cada vez se hace más urgente que esta labor sea realizada, sobre todo, en las parroquias.

Si la Iglesia existe para evangelizar, como lo afirmó Pablo VI, un problema como el que nos planteamos –clases de religión: si o no- debe motivarla a fondo para ver la manera de llevar a cabo esta evangelización de forma continua y con un sentido práctico al alcance de todas las personas.

No es tarea fácil. Las personas viven hoy muy ocupadas y están acostumbradas a que tal formación se les daba en la escuela y el colegio. Poco a poco habrá que transitar hacia esquemas pastorales con responsabilidad parroquial, sobre todo lo demás.

Además, hay que constatar que la insistencia en la catequesis pre-sacramental, siendo un paso importante, nunca es suficiente. Quizás la Iglesia de estos tiempos tendrá que volcar su mirada sobre los adultos para avivar en ellos la llama de la fe y hacer los famosos procesos en los cuales han insistido tanto los pastoralistas de los últimos años. Hay mucho por hacer.

Oficina Arquidiocesana de Comunicaciones
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