“El nihilismo, el verdadero agujero negro del universo espiritual"
VATICANO - Alfa y Omega
Ángeles Conde Mir
Un año más, el padre Raniero Cantalamessa, predicador de la Casa Pontificia, ha pronunciado la homilía de esta ceremonia de la Pasión del Señor que despoja a la majestuosa basílica de San Pedro de cualquier ornamento superfluo en la que es una de las celebraciones más sobrias del año. Francisco ha presidido la ceremonia algo afónico y con un poco de tos, pero mejor con respecto a hace una semana, cuando todavía permanecía ingresado en el Policlínico Gemelli.
«Nuestro mundo occidental descristianizado»
Cantalamessa ha hablado de la muerte del Señor, no en términos cristianos, sino de la muerte de Dios en los términos que inauguró Nietzsche. A partir de ahí, ha criticado el nihilismo y la liquidez en la que se mueve el mundo contemporáneo, «nuestro mundo occidental descristianizado», desprovisto de valores sólidos. Cantalamessa ha explicado que, a partir de esta proclama, «no es la “nada” lo que se pone en el lugar de Dios, sino el hombre, y más precisamente el “superhombre”» de tal suerte que, a fin de cuentas, «el hombre dejado a sí mismo, no es nada». El predicador de la Casa Pontificia ha elaborado una homilía a partir de estos conceptos filosóficos para invitar a la reflexión sobre el alejamiento del hombre, para el que ahora es todo relativo, de un Dios que ha muerto para salvarlo. Ha puesto el acento en ese relativismo alimentado a partir de la afirmación de Nietzsche sobre la muerte de Dios.
«Todo es líquido o incluso gaseoso»
«No juzgamos, repito, a la persona, a la que solo Dios conoce. Sin embargo, los frutos que su afirmación produjo sí lo podemos y debemos juzgar. Esa afirmación, en sus distintas formas y nombres, se ha convertido en una moda, en un aire que se respira en los círculos intelectuales del Occidente posmoderno. El denominador común de todas estas diferentes modalidades es el relativismo total en todos los campos: ética, lenguaje, filosofía, arte y, por supuesto, religión. Ya no hay nada sólido. Todo es líquido o incluso gaseoso. En la época del romanticismo la gente se deleitaba en la melancolía, hoy lo hace en el nihilismo», ha indicado Cantalamessa quien, al mismo tiempo, ha animado a los creyentes a demostrar lo que hay tras esa afirmación. Y lo que hay, ha asegurado, es «ese “espíritu de negación” que no aceptaba existir en virtud de otro». El ejemplo son Adán y Eva, ha indicado. Pero Dios, «conoce nuestro orgullo y ha venido a nuestro encuentro. Él se ha “rebajado” primero delante nuestros ojos».
Por eso, el capuchino ha insistido en que la resurrección de Dios conduce «a esa “apoteosis de la vida” que otros caminos buscan en vano». Y precisamente ha querido explicar esto en su homilía de Viernes Santo, según él, no tanto para convencer a los ateos de que Dios no está muerto cuanto para «evitar que los creyentes, – sí, puede que tal vez solo unos pocos estudiantes universitarios-, sean arrastrados a este vórtice del nihilismo, que es el verdadero “agujero negro” del universo espiritual».
Tras la homilía, la liturgia de la Pasión del Señor ha proseguido con la oración universal y la adoración de la Santa Cruz seguida por unos minutos de silencio. El Papa Francisco solía postrarse en este momento de la ceremonia, pero los problemas de rodilla que sigue arrastrando han impedido de nuevo que pudiera hacerlo.
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