Pasar al contenido principal

Aspectos socioeconómicos en la encíclica Fratelli tutti

30 de julio de 2024
Imagen:
de referencia - sdelsol.com
Quinta entrega en relación a 'The Economy of Francesco'.

La encíclica Fratelli tutti fue promulgada por el papa Francisco el 3 de octubre de 2020. Se trata de un documento eclesiástico que complementa los aportes plasmados en Laudato si' (2015), aunque su enfoque es claramente social. 

El pontífice enuncia que hay que generar transformaciones importantes en materia socioeconómica, dado que las reglas que en estos aspectos fueron determinantes para la generación y crecimiento de la riqueza, décadas atrás, no causaron un impacto positivo para la garantía del desarrollo humano integral. 

Si bien las reacciones a esta exhortación papal fueron diversas y generaron agudos debates en torno a la promoción de un supuesto pensamiento socialista por parte de Francisco, hay que destacar dos aspectos: en primer lugar, cada uno de los pronunciamientos del Santo Padre están fundamentados en la Doctrina Social de la Iglesia, enseñanza que formula soluciones a las problemáticas sociales contemporáneas desde una perspectiva cristiana, afianzada en el Evangelio, en la tradición apostólica y en Magisterio, teniendo como centro la persona y su desarrollo integral. En segundo lugar, la contundencia de las denuncias del Papa conlleva al uso de un lenguaje fuerte. No obstante, esas denuncias no desvirtúan la propiedad privada, la actividad empresarial, ni la economía de mercado, sólo señalan una problemática relativamente reciente que se ha generado en su entorno: el excesivo énfasis y la dictadura de las finanzas, dinámicas propias del neoliberalismo.

Una de las premisas que Francisco es enfático en denunciar, por su falsedad, es aquella que postula que las soluciones a las problemáticas sociales las resuelve el mercado al autorregularse, por lo que el Estado debe replegarse discretamente, ¡una clara apología al minarquismo libertario! No obstante, tanto él como sus predecesores en el obispado romano identificaron que el mercado no solamente no es capaz de responder con asertividad a todas las problemáticas sociales, sino que muchas de estas prescinden del mismo. 

La ética cristiana no se opone de ninguna manera a una economía de mercado, sin embargo, valora sus beneficios y tiene en consideración sus limitaciones a fin de evaluar su impacto sobre la condición humana de las personas. En ese orden de ideas, la ética y el deber cristianos se oponen a la fetichización del mercado y de las finanzas que se robustecen en nuestros días a expensas del bienestar social. 

La crítica del papa Francisco está encaminada a que dentro de las estructuras del mercado se promuevan principios como la solidaridad y la confianza recíproca, a fin de garantizar la cohesión social y la preservación del mismo mercado, por lo que la tensión entre ética y economía se lograría disipar de manera notable.

El Santo Padre logra identificar, con asertividad, el germen de la violencia: la desigualdad económica. Por esa razón, también critica la teoría del derrame, según la cual se solucionarían las problemáticas socioeconómicas a nivel global cuando las ganancias generadas por el crecimiento y acumulación de capital rebozaran y alcanzaran a la clase trabajadora, generando un bienestar colectivo. 

No solamente esta teoría ha demostrado ser errónea, sino que ha ensanchado aún más las lamentables desigualdades y padecimientos de injusticia sobre los más vulnerables. Las soluciones que se contemplan en esta exhortación pasan por la contundencia del Estado en cuanto a definir políticas económicas acertadas, el fomento empresarial y, por tanto, de la creación de nuevos puestos de trabajo. 

Respecto a la actividad empresarial Francisco afirma que esta “es una noble vocación orientada a producir riqueza y a mejorar el mundo para todos” (Fratelli tutti, 123). Su Santidad argumenta que a los ojos de Dios no es condenable la promoción del interés propio para la obtención de beneficios, dado que entre los designios divinos se encuentra la capacidad de toda persona de impulsar su progreso propio y el de ser corresponsable respecto al de su comunidad.

Este énfasis en afianzar dentro de la actividad económica límites legales y morales corresponde al denominado “destino universal de los bienes”, premisa según la cual, el derecho a la propiedad privada tiene una subordinación al derecho universal de las personas al uso de bienes (como por ejemplo la tierra) para el beneficio común. Esta distinción se remonta hasta los Padres de la Iglesia como san Juan Crisóstomo o san Gregorio Magno, quienes insistían en que el no brindar a los pobres los bienes propios cuando se prescinde de ellos con urgencia se constituye en un pecado. Dicha distinción entre propiedad y uso también está en santo Tomás de Aquino, para quien, las personas tienen derecho a procurarse y distribuir los bienes del mundo así afianzar propiedad sobre los mismos procurando que su uso contribuya al bienestar comunal. 

En otras palabras, conviene al hombre la posesión de bienes no como absolutamente propios sino como comunes, para poder compartirlos en los momentos en los que los más necesitados los demanden, dado que, según el designio divino, los bienes de la creación están dirigidos a la administración y posesión del hombre.

Los puentes que se pueden establecer para la transformación del sistema económico actual y, sobre todo, para un retorno de la ética a la actividad económica actual, pasan, según la propuesta del Papa en esta exhortación, por la aplicación por parte de los Estados de principios como la solidaridad y la subsidiaridad, encaminados a la promoción social de las personas más desfavorecidas. 

Es menester, por lo tanto, la generación de políticas económicas que se desvinculen de manera exclusiva de una racionalidad instrumental y se orienten a prácticas que garanticen el bien común, en donde los criterios de eficacia así como el énfasis tecnocrático, dejen de ser aspectos determinantes y se tenga en cuenta el componente humano en la actividad empresarial a nivel global; en otras palabras, se trata de generar una promoción del desarrollo humano integral, con el objeto de garantizar la amistad social y la fraternidad humana, aspectos que requieren de análisis y estudios fácticos.

--------

*Por: Pbro. Fabi Said Castro, administrador parroquial Santa María de Pentecostés / Capellán Instituto San Pablo Apóstol.

Aumentar
Fuente
Disminuir
Fuente