San Juan María Vianney, patrono de sacerdotes y párrocos
Y de manera especial de los párrocos. Se le conoce como Santo Cura de Ars por el nombre del pueblo francés donde sirvió como sacerdote y párroco: Ars-sur-Formans. Ars está ubicado a 30 km de la ciudad de Lyon (Francia).
Un agitado comienzo
San Juan María Vianney nació en Dardilly (Francia), el 8 de mayo de 1786. Fue el tercero de seis hermanos de una familia de campesinos.
Estudió por un breve tiempo en la escuela comunal de su pueblo; luego, en 1806, se crea una escuela especial para aspirantes a eclesiásticos, a la que el joven Juan María ingresó. Sin embargo, allí tuvo sus primeros sinsabores: Juan María parecía muy limitado para el estudio.
Con mucho esfuerzo adquirió los conocimientos mínimos de aritmética, historia, y geografía, mientras que con el estudio del latín todo se le hizo cuesta arriba. Para su mal, esta es la lengua eclesiástica por excelencia, y sus maestros pudieron haberle cerrado las puertas de la formación. Sin embargo, no fue así. Uno de sus compañeros, Matthias Loras, futuro obispo de Dubuque, solía ayudarlo con las lecciones y pudo salvar la materia.
Ese mismo año, 1806, Juan María sería dispensado del servicio militar por ser aspirante al sacerdocio. Esa situación se mantuvo hasta 1809, año en que fue reclutado para el ejército de Napoleón y enviado a Lyon: su destino sería ser parte de las fuerzas invasoras en España.
Para el 6 de enero de 1810, Juan María había desertado, haciéndose pasar por un tal Jerónimo Vincent. Tuvo que ocultarse por un tiempo hasta que llegó, en octubre de ese año, a casa del párroco Balley. El 28 de mayo de 1811, el santo recibiría la tonsura.
Santo cura de Ars
Se le conoce como Santo Cura de Ars por el nombre del pueblo francés donde sirvió como sacerdote y párroco: Ars-sur-Formans. Ars está ubicado a 30 km de la ciudad de Lyon (Francia).
Fue también un hombre de gran humildad y discernimiento, virtudes indispensables que lo hicieron modelo de pastor. En repetidas oportunidades fue blanco de los ataques directos del demonio, los que supo enfrentar gracias a su alma ligera, siempre de cara al Cielo, fortalecida por la gracia, la mortificación, la oración y el servicio.
Su celo pastoral -auténtica pasión por la salvación de las almas- lo llevó a pasar frecuentemente largas horas en el confesionario, con el propósito, como solía decir, de “arrebatarle almas al demonio”.
En este día especial, el señor arzobispo de Bogotá y presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia, monseñor Luis José Rueda Aparicio, pide por intercesión del santo cura de Ars, que el señor les conceda a todos los párrocos y sacerdotes:
1. Constancia alegre en la oración
2. Búsqueda diaria de la conversión.
3. Entrega valiente en la misión.
A continuación saludo y felicitación por parte de monseñor Luis José Rueda:
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