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Leyendo a la beata Catalina Emmerick se encontró el sitio de la casa de María en Éfeso

26 de enero de 2016
Leyendo a la beata Catalina Emmerick se encontró el sitio de la casa de María en Éfeso

La hermana Marie de Mandat-Grancey (1837-1915), sierva de Dios, fue una religiosa francesa de las Hijas de la Caridad decidida a encontrar la casa original de María en…

Según la Tradición cristiana, María, la Madre de Dios (cuya solemnidad se celebra el 1 de enero) llegó a Éfeso, en Asia Menor, junto con el Apóstol Juan tras la resurrección de Cristo, y vivió allí bastantes años hasta que fue asunta al Cielo.

La hermana María tenía una gran devoción a la Santísima Virgen María y se convirtió en directora de la Asociación de los Niños de María. Con auténtica pasión y amor les enseñaba la protección del Corazón Inmaculado de María. Animaba a los niños a estar muy íntimamente unidos con María. También les instruía en que evitasen con prontitud todo lo que pudiese dañar su fe y su dignidad. "¡Sed como María!", enseñaba la hermana María.

 La llamada de Oriente Medio

Ella respondió a la llamada del papa León XIII para que misioneros franceses acudiesen en socorro del Oriente Medio. En 1886 fue asignada a un hospital francés en Esmirna (hoy Izmir, Turquía). Tras encontrarse con un hospital en situación deplorable, volvió a acudir a sus propios fondos para introducir mejoras para los pacientes y el equipo médico, aunque ella vivía en pobreza. La hermana María encontró unas cuantas aulas y dos talleres de costureras en un edificio adscrito al hospital y las empleó para enseñar a las jóvenes de la zona.

 

Durante ese tiempo leyó los escritos de la mística alemana beata Ana Catalina Emmerick sobre la vida de la Santísima Virgen María y de San José en Éfeso. Así comenzó su misión de encontrar la casa de María. La hermana María se quedó allí, cuidando tanto de musulmanes como de cristianos, hasta su muerte.

La hermana María animó a dos sacerdotes amigos suyos a que leyesen también los escritos de la beata Ana Catalina. Una vez hubieron leído sobre la casa de María, quedaron convencidos de que existía y se encontraba a corta distancia de donde providencialmente estaban destinados.

 

Una expedición singular

La primera expedición de búsqueda tuvo lugar en julio de 1891. El grupo usó como mapa el libro de las revelaciones privadas de Ana Catalina. El 29 de julio, viajando en burro, estos tres católicos, más un greco-ortodoxo y un musulmán encontraron finalmente la casa.

Siguiendo las orientaciones de la hermana María, los arqueólogos identificaron las ruinas de una casa del siglo I sobre la cual se había construido una iglesia en el siglo IV.

 

El 21 de octubre de 1891 la hermana María obtuvo permiso para adquirir la propiedad a su nombre, restauró la casa y la convirtió en un lugar de peregrinación.

Durante la restauración se encontraron tres piedras de la chimenea, construida por los apóstoles. El pilar fue entregado a la capilla de la familia Mandat-Grancey en Francia, confirmando la santidad de vida de María y su trabajo y devoción a Dios y a la Virgen María.

Indulgencia plenaria para un millón de peregrinos al año

El descubrimiento de la hermana María sigue siendo especial para los fieles. El papa León XIII animó a visitarlo, declarándolo lugar de peregrinación. El 18 de agosto de 1961, el papa San Juan XXIII concedió indulgencia plenaria a perpetuidad a la casa de María.

 

Hoy la casas de uno de los santuarios más santos de toda la Cristiandad. Los papas Pablo VI, San Juan Pablo II y Benedicto XVI se desplazaron especialmente para orar allí, y cada año lo visitan más de un millón de personas. Para los cristianos y para muchos otros en todo el mundo, es una importante casa que visitar.

 

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