La pasión por la evangelización es vital para la Iglesia: Papa Francisco
Iniciando un nuevo ciclo de catequesis sobre “la pasión por la evangelización y el celo apostólico del creyente”, el Santo Padre, precisó que “la comunidad de los discípulos de Jesús de hecho nace apostólica, misionera, no proselitista”.
El anuncio gozoso del Evangelio hasta los confines de la tierra, agregó, es una dimensión vital para la Iglesia, partiendo cada uno de su propio ambiente, sin proselitismos sino por atracción, como enseñaba Benedicto XVI.
Durante la audiencia general, celebrada en el Aula Pablo VI, este miércoles 11 de enero, el Papa afirmó que es "un tema urgente y decisivo para la vida cristiana" y para la Iglesia, que nace misionera y está llamada a ser "testigo contagioso de Jesús”, que se extiende para “irradiar su luz hasta los confines de la tierra".
“El Espíritu Santo la plasma en salida -la Iglesia en salida, que sale-, para que no se repliegue sobre sí misma, sino que se extrovierte, testimonio contagioso de Jesús. La fe se contagia, llegando a irradiar su luz hasta los confines de la tierra”.
Ante esta realidad, advirtió que “cuando la vida cristiana pierde de vista el horizonte del anuncio se enferma: se cierra en sí misma, se vuelve autorreferencial, se atrofia. Sin celo apostólico, la fe se marchita”.
“Sin embargo, la misión es el oxígeno de la vida cristiana: la tonifica y la purifica”.
El Santo Padre explicó que el objetivo de estas catequesis será el de "reavivar el fuego que el Espíritu Santo quiere hacer arder siempre en nosotros". De ahí que se halla referido a un episodio tomado del Evangelio: la llamada del apóstol Mateo.
La conversión de Mateo
“Hoy reflexionamos sobre la conversión de Mateo, en particular sobre tres elementos que podemos distinguir en este relato del Evangelio. Todo comenzó cuando Jesús vio a un hombre, Mateo, y no lo juzgó por lo que hacía – era un publicano – sino por su realidad íntima, con sus virtudes y sus defectos”.
“Mientras entre Mateo y su gente hay distancia, porque ellos veían el adjetivo, “publicano”, Jesús se acerca a él, porque todo hombre es amado por Dios. ¿También este desgraciado? Sí, de hecho, Él ha venido por este desgraciado. Lo dice el Evangelio: “Yo he venido por los pecadores, no por los justos”. Esta mirada de Jesús que es bellísima, que ve al otro, sea quien sea, como un destinatario de amor, es el inicio de la pasión evangelizadora. Todo parte de esta mirada, que aprendemos de Jesús”, afirmó.
Jesús ve en aquel publicano despreciado por todos por considerarlo "un colaborador, un traidor del pueblo", a “un hombre”, explicó el Pontífice.
“Al llamarlo, Mateo se levantó, dejó su puesto de autoridad y sus seguridades, y se puso a disposición de Jesús, en una actitud de servicio a los demás. Después de su conversión, Mateo no se fue a un lugar lejano e idílico, sino que regresó a su casa. Al volver, ya no era el mismo. El encuentro con Jesús lo había cambiado, convirtiéndolo en un auténtico testigo de la alegría del Evangelio”.
¿Cómo es nuestra mirada hacia los otros?
Cuestionó el Papa, llamando la atención sobre “las etiquetas” que, en ocasiones usamos ante distintas personas.
Recordó que “Él mira siempre a cada uno con misericordia y predilección”, y esté, enfatizó, es el llamado que se hace a los cristianos.
De hecho, el pasaje de la llamada de Mateo concluye con Jesús que dice: «No he venido a llamar a justos, sino a pecadores» (v. 13). Y si cada uno de nosotros se siente justo, Jesús está lejos. Jesús se acerca a nuestras limitaciones y a nuestras miserias, para curarnos.
Como decía Benedicto XVI
El Santo Padre también recordó una expresión de su predecesor, Benedicto XVI, que decía al respecto: "La Iglesia no hace proselitismo. Se desarrolla más bien por atracción". Y es a "este testimonio atrayente y gozoso", concluyó Francisco, la meta a la que nos conduce el amor de Jesús.
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