“La estrella de Cristo sigue brillando en las tinieblas y no se apaga”
Afirmó el papa Francisco durante el tradicional rezo de las Vísperas en la Basílica de San Pablo Extramuros de Roma, con motivo de la fiesta de la Conversión de San Pablo y la conclusión de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos.
Tras destacar el testimonio de esperanza de los cristianos en Medio Oriente, señaló que ellos, medio de múltiples desafíos, “con su testimonio nos dan esperanza, nos recuerdan que la estrella de Cristo sigue brillando en las tinieblas y no se apaga”.
Este testimonio, agregó, nos muestra “que el Señor desde lo alto acompaña y alienta nuestros pasos. Alrededor de Él, en el cielo, brillan juntos, sin distinciones de confesión, muchísimos mártires, que nos indican a los que estamos en la tierra, un camino preciso, el de la unidad”.
En esta línea, el santo padre, reiteró el llamado a caminar juntos “apoyándonos recíprocamente, como lo hicieron los Magos”, porque “el Señor quiere que confiemos los unos en los otros y que caminemos juntos, a pesar de nuestras debilidades y nuestros pecados, a pesar de los errores del pasado y las heridas recíprocas”.
“No nos dejemos deslumbrar por los resplandores del mundo”
Pidió el Papa al alertar sobre la “modas de momento … meteoros que se apagan. No caigamos en la tentación de brillar con luz propia, o sea de encerrarnos en nuestro grupo y salvaguardarnos a nosotros mismos”.
“Que nuestra mirada esté fija en el cielo, en la estrella de Jesús. Sigámoslo a Él, a su Evangelio y a su invitación a la unidad, sin preocuparnos de lo largo y difícil que será́ el camino para alcanzarla plenamente”, exhortó.
Para ello, pidamos al Señor “la valentía de la humildad, único camino para llegar a adorar a Dios en la misma casa y en torno al mismo altar”.
Lamentó “¡cuántas veces el orgullo ha sido el verdadero obstáculo para la comunión! Los Magos tuvieron el valor de dejar en casa prestigio y reputación, para abajarse en la pobre casita de Belén; fue así como se llenaron de una inmensa alegría”, advirtió.
Finalmente, en su meditación, dirigió una plegaria:
“Te pedimos Señor que nos concedas el valor de cambiar camino, de convertirnos, de seguir tu voluntad y no nuestras conveniencias; de ir hacia adelante juntos, hacia Ti, que con tu Espíritu quieres que todos seamos uno”.
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