El mundo necesita de jóvenes que vayan hacia adelante y de viejos sabios que denuncien y acompañen
Dando continuidad a la serie de catequesis sobre la vejez, durante la Audiencia General de este miércoles 16 de marzo, el papa Francisco se refirió a “la ancianidad como recurso para los jóvenes despreocupados”.
Señaló que “la vejez está en condiciones de captar el engaño de esta normalización de una vida obsesionada por el disfrute y vacía de interioridad: vida sin pensamiento, sin sacrificio, sin interioridad, sin belleza, sin verdad, sin justicia, sin amor”.
En ese sentido, hizo un llamado a “las personas de cierta edad, para no decir viejos, a que estén atentos. Ustedes tienen la responsabilidad de denunciar la corrupción humana en la cual se vive y en la cual va hacia adelante este modo de vivir el relativismo, todo es relativo, como si todo fuera lícito. Vamos hacia adelante. El mundo necesita de los jóvenes fuertes que vayan hacia adelante y de los viejos sabios, pidamos al Señor el don de la sabiduría”.
¿La vejez salvará el mundo?
El santo padre explicó que “cuando se trata de poner a salvo de la corrupción y del diluvio la vida de la tierra, Dios encomienda el trabajo a la fidelidad del más anciano de todos, el <<justo>> Noé. En este contexto, una palabra de Jesús, que evoca <<los días de Noé>>, y que lo encontramos en el Evangelio de Lucas (Lc 17,26-27), nos ayuda a profundizar el sentido de la página bíblica que hemos escuchado (…) De hecho, comer y beber, tomar mujer o marido, son cosas muy normales y no parecen ejemplos de corrupción. En realidad, Jesús destaca el hecho de que los seres humanos, cuando se limitan a disfrutar de la vida, pierden incluso la percepción de la corrupción, que mortifica la dignidad y envenena el sentido. Y viven sin preocupación también la corrupción, como si fuera parte de la normalidad del bienestar humano”.
“Los bienes de la vida son consumidos y disfrutados sin preocupación por la calidad espiritual de la vida, sin cuidado por el hábitat de la casa común. Sin preocuparse por la mortificación y del abatimiento que muchos sufren, y tampoco del mal que envenena la comunidad”.
Ante esta realidad, el papa destacó la figura de Noé, precisando que “no hace predicaciones, no se lamenta, no recrimina, pero cuida del futuro de la generación que está en peligro. Construye el arca de la acogida y hace entrar hombres y animales. En el cuidado por la vida, en todas sus formas, Noé cumple el mandamiento de Dios repitiendo el gesto tierno y generoso de la creación, que en realidad es el pensamiento mismo que inspira el mandamiento de Dios: una bendición, una nueva creación. La vocación de Noé permanece siempre actual”.
Y nosotros, mujeres y hombres de cierta edad, no olvidemos que tenemos la posibilidad de la sabiduría, de decir a los demás: "Mira, este camino de corrupción no lleva a ninguna parte". Debemos ser como el buen vino -el buen vino- que al final, cuando es viejo, puede dar un buen mensaje y no uno malo. Por ello, el Papa hizo un llamamiento a todos los que tienen "cierta edad", que tienen la responsabilidad de denunciar la corrupción humana en la que vivimos y en la que sigue esta forma de vivir del relativismo, totalmente relativa, como si todo fuera lícito. Sigamos adelante. El mundo necesita, necesita jóvenes fuertes, que avancen, y ancianos sabios. Pidamos al Señor la gracia de la sabiduría.
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