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LITURGIA Septiembre 27 - El camino de la ‘nueva justicia’

27 de septiembre de 2020
Jesus
En el evangelio de hoy (Mateo 21-28) el Maestro nos revela que el camino de esta ‘nueva justicia’ se abre para el ser humano

Hace ocho días, en la parábola del amo de la viña, Jesús nos llevó a diferenciar entre la justicia de tipo contractual y la justicia que Dios otorga como don: la gracia de la justificación que provee al hombre de lo necesario para vivir; en el evangelio de hoy (Mateo 21-28) el Maestro nos revela que el camino de esta ‘nueva justicia’ se abre para el ser humano a partir de la decisión personal ante la llamada de Dios.

En el conjunto de su narración, el evangelio según san Mateo nos refiere, en una primera parte, a Jesús predicando el Evangelio del Reino en Galilea; luego el Maestro hace un viaje hacia Jerusalén, Jesús aprovecha este viaje para ir formando a sus discípulos; cuando el grupo llega a la ciudad santa, el evangelista nos presenta a Jesús confrontando su enseñanza en el atrio del templo con diferentes grupos del judaísmo de su tiempo. Los versículos del evangelio según san Mateo que leemos en el evangelio de la misa de hoy pertenecen a esta tercera parte, después de la entrada de Jesús a Jerusalén, que conmemoramos el domingo de ramos.

De modo que los episodios del evangelio de la misa de hoy y de los domingos que siguen tienen un tono de confrontación entre las tradiciones religiosas y la propuesta del Reino que nos hace Jesús. Desde esta perspectiva nos asomamos al texto del evangelio de hoy.

Jesús les habla a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo, ellos son los garantes de la tradición religiosa. Las tradiciones religiosas pueden terminar siendo meras formalidades, ritos, costumbres, manifestaciones culturales; los ritos religiosos tienen el riesgo de llegar a atender más a las formas que a su verdadera razón de ser: expresar y realizar la comunión entre el hombre y Dios. En ocasiones podemos llegar a estar poniendo por obra rituales religiosos por mera costumbre, pero sin el verdadero interés de acoger la gracia de Dios para dejarnos transformar por ella.

En la polémica del evangelio de la misa de este domingo Jesús propone al principio una comparación y luego expone directamente la situación de sus contradictores. En la comparación ofrece la actitud de dos hijos ante la voluntad de su padre, uno de ellos es rebelde, el otro parece sumiso, incluso servil. A través de la situación narrada de los dos hijos, los sumos sacerdotes y los jefes del pueblo llegan a afirmar que lo realmente importante es realizar la voluntad del padre.

En la segunda parte Jesús, con base en la respuesta de sus contradictores, retoma la actitud del hijo que, recapacitando sobre la invitación del padre, pasa de la ausencia en las labores de la viña a su participación. Ahora Jesús habla directamente a los jefes religiosos para llevarlos a comprender que hay personas alejadas de los ritos y de la parafernalia del templo, pero que se han abierto a la gracia y Dios ya está manifestando en ellos la salvación. Han recibido la gracia ‘con agradecimiento’.

Las palabras de Jesús no son excluyentes, en su sentido original manifiestan que pecadores públicos y prostitutas –personas alejadas de los ritos del templo– al atender la invitación de Juan Bautista ya están viviendo el Reino porque ya están recorriendo el camino de la nueva justicia. 

Además, Jesús afirma que esta situación de los pecadores que, por atender al profeta, ahora viven la justicia de Reino, es un nuevo llamado al que sus contradictores permanecen de espaldas. No podemos dejar de considerar que la gracia recibida con agradecimiento ha convertido a aquellas personas ausentes a la tradición religiosa en ‘voces’ de Dios llamando al ser humano a la comunión con Él. No es precisamente por su condición de marginalidad o discriminación, sino por la valentía de «abrir los ojos y convertirse» y con ello tomarse en serio la oferta de Dios.

Podemos reconocer en el episodio una denuncia de Jesús a un reduccionismo de la religión a meras formas externas que no tocan la situación real de la persona; el sentido que propone este episodio del evangelio nos lleva a comprender la religión como respuesta libre y amorosa a partir de abrir los ojos y reconocer la llamada personal de Dios. Como comunidad de creyentes, nuestra Iglesia está llamada proponer y favorecer la adhesión a la persona de Jesucristo y a su proyecto del Reino.

 

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