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“Jesús” fuente inagotable de vida para el ser humano

28 de enero de 2024
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Rodeado ya de sus discípulos, Jesús emprende una intensa actividad; con ella anuncia y manifiesta la presencia del Reino de Dios como Buena Noticia. Lo hace con palabras y con hechos.

El lugar que escoge es la Sinagoga y el tiempo, el día sábado. Jesús no teme enfrentarse a quienes se niegan a aceptar su mensaje pues se proclaman defensores de las tradiciones religiosas de Israel.

Jesús anuncia con libertad y sin miedos un Dios bueno. La gente presente en la Sinagoga lo oye hablar con autoridad y descubre el poder de sanación y de liberación de Jesús.

Un mundo religioso se derrumba: las imágenes falsas de Dios, que imponían al pueblo la idea de un Dios opresor y el sometimiento ciego a la letra de la Ley, ya no van más.

Jesús viene a luchar contra el mal presente en el mundo. ¿Has venido a destruirnos?, grita el espíritu inmundo. Y Jesús le dice que Sí, y le ordena callarse y salir de aquel pobre hombre.

Los presentes quedan atónitos, llenos de admiración y de alegría, pues ven a “Alguien” hablando y actuando con una autoridad nueva en favor de los que sufren, revelando de esa manera el compromiso con el hermano enfermo y oprimido. Ese “Alguien”, que es Jesús, es fuente inagotable de vida para el ser humano. Así lo percibe y lo celebra la gente que lo oye hablar y lo ve actuar. La palabra de los hombres de letras “Sabe a Viejo”; la de Jesús, en cambio, “Sabe a nuevo”.

Si aplicamos este milagro de Jesús a la penosa realidad de criminalidad que estamos viviendo en nuestra patria, diríamos que humanizar a los humanos es “El milagro” que hoy, la Iglesia, los bautizados, los discípulos de Jesús, todo el Pueblo de Dios, estamos llamados a realizar. Es el reto que la Colombia violenta de nuestros días nos está planteando. Una nación que necesita “Palabras de autoridad, las de Jesús”.

Es el reto del momento presente: La corrupción y la violencia criminal han multiplicado el número de “Poseídos” por la enfermedad, la angustia, la pobreza extrema, la extorsión y el tráfico de personas con

fines de explotación sexual, el desplazamiento forzado. Son los que hoy reclaman, no discursos, sino hechos, milagros, amor fraterno, misericordia, trabajo inteligente para aliviar el sufrimiento de tantos hermanos. Son “Los milagros”, que nos ayudarán a convencer al mundo de que como discípulos de Jesús, actuamos con autoridad, con la de Dios, tal como lo hizo Jesús en la sinagoga de Cafarnaún.

Padre Carlos Marin G.

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