Encuentro de dos madres evangelizadoras: La Virgen María e Isabel
La Virgen María se pone en camino, lleva consigo a Jesús que ella ha concebido por obra del Espíritu Santo. Fue aprisa a casa de Zacarías y saludó a Isabel. Las dos se encuentran para celebrar el milagro de la vida desde la fe en Dios. Un intercambio de saludos para celebrar el misterio que ambas están viviendo.
María saluda a Isabel, pero no de cualquiera manera; el suyo trae paz, alegría y bendición: Isabel se llena del Espíritu Santo. Por eso mismo, el niño que lleva en su seno salta de alegría, mientras ella, con gran voz dice: “Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno”… porque has creído desde el fondo de tu corazón, porque eres mujer de fe. La virgen María junto con Isabel, celebrando la maternidad, actúan como verdaderas evangelizadoras.
Bendita porque ha creído; bendita porque eres la Madre del Señor. bendita porque el Señor está contigo donde quiera que vayas, y te alegras porque llevas a tu Hijo Jesús, la Buena Noticia, el Cristo, el Salvador. Un encuentro entre dos madres, lleno de Evangelio, el de la alegría y de la esperanza cristianas que hoy se han ido apagando, el de la felicidad eterna que nace de la fe, el de la maternidad como don de Dios.
María e Isabel vivieron la fe como una profunda experiencia personal que las llenó de felicidad y de esperanza. Las dos son el mejor modelo de una fe viva y confiada. Las dos hicieron de la fe una fiesta. Una lección para todos nosotros : Aprender a creer. ¿En quién creemos? ¿Por qué creemos? ¿Vivimos el Cristianismo como una auténtica fiesta? ¿Nos levantamos y salimos aprisa a anunciar el amor de Dios?
¿Sabemos y predicamos que Dios está siempre presente en el origen de la vida humana, y que por eso el Dios creador bendice a las que son portadoras de la vida, a ellas y al que llevan en su seno? ¿Y que esa bendición no es otra cosa que una revelación de la grandeza de nuestra condición de hijos de Dios?
Jesús se hizo hombre, nació de María Virgen para enseñarnos a vivir como hijos de Dios. Nosotros hemos creído que Dios nos ama, repite incansablemente San Juan. Esa es la gran alegría que la Virgen María se apresura a compartir con Isabel.
Imitemos a la Virgen María: pongámonos en camino, salgamos aprisa, no nos sentemos a esperar; llevemos la alegría del Evangelio a todos los colombianos, en particular a todos aquellos que no la conocen, o que conociéndola no la ponen en práctica.
Padre Carlos Marín G.
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