Este prólogo con el cual San Juan empieza su Evangelio nos ayuda a los cristianos a ahondar en el misterio de Jesús, Hijo de Dios, la Palabra, hecha carne.
Al principio existía la Palabra y La Palabra estaba junto a Dios, una manera de expresar la divinidad de la Palabra. Esta no es creada, sino creadora; mediante ella se hizo todo, sin ella no se hizo nada de lo que fue hecho. Esa Palabra puso en marcha la creación entera. Nosotros mismos somos fruto de esa Palabra. Esa Palabra, ahora, se ha hecho carne en el son de María Virgen y ha acampado entre nosotros.
El Dios que se nos revela en la Palabra fundamentalmente es vida, es Luz, escomunicación, es revelación. Jesús nos transmite la vida del Padre. Todo lo que signifique dar vida, amar la vida, defender la vida, es lo propio de Dios; es propio de los hijos de Dios, es propio de los seguidores de Jesús. Todo lo que signifique negar, impedir, destruir la vida, es negación de la humanidad de Jesús.
La Palabra ha venido a manifestar la presencia de Dios en la historia haciéndose humano. Jesús es el rostro humano de Dios. Celebrar un Dios hecho carne, nacido de una mujer, tiene que ayudarnos a conocer la humanidad de Jesús, ese ser humano que se llama Jesús, tiene que enseñarnos a descubrir nuestra propia condición humana, a crecer en ella y a vivirla en plenitud y con dignidad.
Como Pueblo de Dios no podemos quedarnos con la idea de que la encarnación del Hijo de Dios es una simple historia para ilusionar a los niños con fiestas, viajes, luces y regalos.
Una humanidad sin humanos, una Colombia deshumanizada, es sin duda alguna, una ofensa grave a la humanidad de Jesús. Si no conocemos la humanidad de Jesús, esta patria nuestra se deshumaniza, es decir, niega su condición humana y acaba desconociendo el proyecto de Dios de enseñarnos con su Hijo hecho hombre a vivir como humanos. La gran tragedia de nuestra patria colombiana hoy, es la deshumanización, es una vergonzosa degradación moral; es no vivir como humanos . Es un no querer saber que el Verbo se hizo carne y que habitó entre nosotros.
Si la humanidad prefiere las tinieblas, esto es, la mentira, el engaño, la injusticia; si mata la vida, quiere decir que no conoce o que rechaza el misterio de Jesús, La Palabra de Dios que se hizo hombre para enseñarnos a pensar, a amar, a trabajar, a vivir como humanos para que caminando junto con Él todos volvamos a la Casa del Padre.
Navidad es la fiesta de Dios con nosotros y de nosotros con Dios. Celebrar la Navidad solo con papá Noel y regalos, es decir, ignorando el misterio cristiano, sin Jesús que nació de María Virgen y habitó entre nosotros, no tiene sentido. Los católicos no podemos obrar de esa manera.
Padre Carlos Marín G.
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