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Vivir con esperanza en tiempos difíciles

29 de enero de 2021
Familia con esperanza
Imagen:
La Iglesia Universal
Ahora que nos ha tocado estar tanto tiempos encerrados y con pocas posibilidades de regresar a una vida normal muy pronto

Es decir, como la teníamos antes de que llegara este virus; es necesario educar a nuestros hijos para que aprendan a vivir la virtud de la esperanza. Debemos recordar que toda virtud es un proceso y que debemos trabajarla poco a poco en neutros hijos, pero también es cierto que debemos fomentarla y procurar actividades para que puedan vivirla, a pesar de que el medio en el que nos movemos no es muy propicio y que la sociedad en general nos pueden influenciar para que sintamos que todo está mal y que por esto caigamos, con mayor facilidad, en depresión o en desanimo.

Ten claro qué es la esperanza

Esperanza es saber que existe un bien mayor y que es alcanzable, aunque sea complicado o lejano. Esto no siempre es fácil de explicar a nuestros hijos.

Debemos ponerlo en palabras sencillas y fáciles para ellos, por ejemplo, si tienen ganas de comer un helado, no es necesario tener esperanza ya que es muy fácil ir a la tienda y comprar el helado, aunque en este tiempo se complique un poco, pero es muy fácil de alcanzar. La esperanza surge cuando tenemos en la mira un bien mayor que no es tan fácil de alcanzar pero es posible, por ejemplo, cuando se ponen la meta de estudiar una carrera en particular, tienen esperanza de titularse a pesar de que saben que les va a costar trabajo, estudios y sacrificios para llegar, después de mucho tiempo, a titularse.

Enseña a tus hijos a reconocer y agradecer lo que tienen

También podemos fomentar en nuestros hijos la esperanza ayudándoles a que se den cuenta de qué hay personas que la pasan peor, que tienen menos, que les hacen falta más cosas que a ellos.

Esto les ayuda, pues fomenta el buen ánimo y favorece una mejor actitud ante la adversidad, pues se pueden dar cuenta de todas las cosas buenas que tienen y esto debe darles aliento para mantener la esperanza viva.

El agradecer lo que si tienen, los hace humildes y sencillos para reconocer la grandeza de las cosas pequeñas quenas ayudan a alcanzar esa gran meta o bien supremo.

Que se pongan metas alcanzables a corto, mediano y largo plazo

Si todas sus metas fueran a largo plazo, sería muy fácil perder la esperanza. Es por esto que es necesario que se pongan metas pequeñas, fácilmente alcanzables; metas a mediano plazo que impliquen un poco más de esfuerzo, y por último, metas a largo plazo que impliquen grandes esfuerzos, pero que nos lleven a un bien mayor. Para esto podemos ponernos metas a un mes, a tres meses, a seis meses, a un año, ya mucho más de tiempo.

Es importante que estas metas las tengamos anotadas para que sean sostenibles en el tiempo y que, con el paso de los meses, no se pierdan ni se olviden.

Revisa los avances

Es importante que constantemente estemos revisando cómo vamos en el camino de alcanzar nuestras metas. Para esto podemos hacer un tablero ya sea tipo calendario, o una línea en el tiempo para ir marcando nuestros avances y así, gráficamente, ver que cada vez es más cercana la posibilidad de alcanzar nuestra meta.

A nivel familiar, es importante que tengamos espacios para que nuestros hijos compartan sus avances, sus esfuerzos, las metas cortas alcanzadas, y también sus anhelos en alcanzar las metas más lejanas o más altas.

En este sentido, es ideal que todos los miembros de la familia estemos pendientes y celebremos cada logro en el alcance de estas metas.

Mientras más pequeños a nuestros hijos, es más necesaria esta parte gráfica. Cuanto antes empecemos, es mucho mejor pues así nuestros hijos verán todo esto como un estilo de vida y cuando pase el tiempo no les costará trabajo vivir esta virtud.

La esperanza es lo último que muere

Es importante que tanto nosotros como nuestros hijos tengamos claro, que es lo que vale la pena cuesta trabajo. Es por esto que debemos esforzarnos por alcanzar nuestras metas. Estoy segura que a lo largo del tiempo, tendremos muchas situaciones complicadas que nos impiden cumplir con estas metas, pero es muy importante que seamos tenaces y constantes en el empeño de cumplir nuestras metas.

Es así que la esperanza consiste, en saber que existe esa gran meta, y que podemos alcanzarla, sin importar cuántos sacrificios debamos hacer en el camino.

También debemos estar preparados para brincar los obstáculos que la sociedad, las condiciones económicas, políticas y sociales, nuestra condición física, las personas buenas rodean o las carencias tecnológicas, podrán ponernos para cumplir esta meta.

Es así que el dicho "la esperanza muere al último", debemos hacerlo vida hoy más que nunca.

 

                    

 

Fuente:
Catholic.Net
Oficina Arquidiocesana de Comunicaciones
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