¿Qué es lo que le quiero transmitir a mis hijos?
¿Cuántos de nosotros no estamos “secuestrados” por el materialismo? El culto a la riqueza es un mal que se está apoderando de nosotros como sociedad y que se está transmitiendo de generación en generación y que si no ponemos un alto vamos a perder lo más por lo menos.
No me refiero a que no sea correcto desear cosas y obtenerlas, me refiero al valor que le damos en nuestra vida y el ejemplo que le damos a nuestros hijos. Hoy los niños tienen acceso a saber de marcas de ropa, de juguetes, de artículos de tecnología. Y nosotros como padres muchas veces cometemos el error de cubrirles nuestras ausencias o carencias emocionales con regalos creyendo que les estamos dando amor y felicidad. Y no hay nada más alejado de la realidad que esto.
Estudios científicos demuestran que existe el síndrome del niño hiperregalado, es aquel que colman de juguetes y regalos en fechas significativas como cumpleaños, navidad o, peor aún, ¡sin motivo alguno! Y por eso la falta de apreciación a lo que ya tienen y las ganas de obtener más.
Con estas acciones contribuimos a la formación de una baja autoestima ya que su seguridad la basan en los objetos que poseen, les cubrimos con objetos materiales carencias emocionales que puedan tener y que no estén expresando y/o que expresan a través de la demanda de cosas.
También, les estamos fomentando el culto a la riqueza. Mismo que se traduce a adultos confundidos en la formación de su escala de valores, en donde: el amor, la humildad, la caridad, la honestidad, la fraternidad, pasan a un segundo plano.
Volvamos a lo esencial como seres humanos, fomentemos en nuestros hijos el sentido de trascendencia del ser. Hagamos una pausa y preguntémonos: ¿Qué es lo que le quiero transmitir a mis hijos?, ¿Cuál es la escala de valores que estoy encausando en mi familia? a diario: ¿Qué acciones logré para acercarme a lo que quiero inculcar en mi familia?
Nada de lo que les digamos tiene validez, todo lo que hagamos frente de ellos sí.
*Por: Lilian del Carmen Cerecedo Beaumont G. | Tomado de: Semanario Alégrate
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