Afirma monseñor Alejandro Díaz García, nuevo vicario en la VET San Pablo, estructura arquidiocesana desde la que se acompaña la acción pastoral y evangelizadora en la zona suroriental de Bogotá.
Al referirse a la manera en la que recibió esta nueva misión y a la proyección de trabajo, que empieza a perfilar en estos dos primeros meses de su llegada al territorio, el sacerdote manifiesta alegría y gratitud con Dios: “Siempre he sentido que todos los encargos que los obispos me han hecho contienen la voluntad de Dios para mi vida y para mi existencia sacerdotal”, precisa.
“Cuando el señor arzobispo me propuso asumir una vicaría, yo no tuve más que disponibilidad, la disponibilidad para poder servir en la Iglesia, en lo que necesite la Iglesia”.
Esta apertura y disposición de trabajo se ha fortalecido al encontrar “el mejor ambiente, la mejor disposición, la mejor acogida, de parte de mis hermanos sacerdotes, de muchos fieles, que poco a poco voy conociendo”, señala.
Aunque el sector presenta la multiplicidad de realidades sociales, culturales, económicas, religiosas, que se registran en una ciudad como Bogotá, monseñor Alejandro afirma que “se puede percibir, tanto, la grandeza del espíritu humano en estos sectores, como todas las dificultades, especialmente, la pobreza, los problemas sociales asociados al microtráfico, por ejemplo, la degradación social en algunas zonas”.
Desafíos y fortalezas a nivel pastoral y social
Reconociendo y agradeciendo el trabajo y servicio de los anteriores vicarios: monseñor Alberto Forero Castro y monseñor Nelson Enrique Ortiz Rozo, el nuevo vicario precisa que “yo no llego a iniciar nada, sino a continuar los esfuerzos evangelizadores de muchas personas (…) Me he encontrado con muy buenos sacerdotes, mis hermanos en el presbiterio son grandes trabajadores, realmente consagrados. También, me he encontrado con una presencia significativa de la vida religiosa, son consagrados y consagradas volcados hacia lo social. Veo, además, una fuerza evangelizadora en los diáconos permanentes, en los laicos, en muchos agentes pastorales comprometidos a nivel vicarial y parroquial”.
“Pienso que todo esto es una muestra que Dios hace su obra. De que el Espíritu Santo está moviéndose en toda nuestra ciudad y también aquí en este sector”, agrega.
40 sacerdotes, entre párrocos, vicarios parroquiales, sacerdotes adscritos y estudiantes, acompañan la tarea evangelizadora en el territorio, animados, en este momento por la propuesta arquidiocesana de “caminar juntos”.
“Estamos tratando de decantar y de articular el camino discipular misionero, comenzando por este tiempo en el cual el señor arzobispo nos ha invitado a vivir y a profundizar en la realidad de la esperanza cristiana. Con ese horizonte y asumiendo las decisiones que se han tomado para nuestra Iglesia particular, promover también las actitudes evangelizadoras. Entonces, el derrotero y los lineamientos del trabajo pastoral en nuestra vicaría están en plena consonancia, en plena comunión, con nuestra Iglesia arquidiocesana”, precisa.
Sobre los desafíos, explica, se centran en lograr “aterrizar y articular esta propuesta pastoral y evangelizadora en las realidades de los arciprestazgos, de las parroquias, de las comunidades”.
Dentro del trabajo retomado e impulsado desde la vicaría se encuentra: la promoción vocacional, la iniciación cristiana, el trabajo con los catequistas, la escuela de animadores de la evangelización, la pastoral familiar, entre otros frentes que, de la mano de sacerdotes, consagrados y animadores pastorales, se van reactivando.
Mensaje para sus hermanos en el ministerio, que le acompañan en esta VET
“Pienso que nuestros fieles y la Iglesia siguen esperando mucho de nosotros. Buena parte de la esperanza de los fieles está depositada en nosotros, que somos los instrumentos de Dios y que estamos llamados a ser hombres de Dios… Yo los invito a que sigamos cultivando ese espíritu de profunda fraternidad, de unidad como clero. Antes de cualquier cosa, sentir que estamos en la misma barca, acompañándonos, y que, si bien cada uno tiene sus funciones, su oficio particular, sus tiempos, en el fondo estamos todos unidos al misterio del sacerdocio de Cristo, y esto debe inspirar una mística de entrega, de misión, de darlo todo por nuestra gente”.
El nuevo vicario
Monseñor Alejandro Díaz García, oriundo de Bogotá, sintió surgir su vocación a temprana edad. Sin ser consciente de lo que significaba el sentimiento que le embargaba, se sentía “unido a una realidad superior a mí mismo, superior a cualquier persona, a cualquier realidad temporal. Algo que es muy grande, es como una vinculación al absoluto. Y cuando yo le pude dar rostro a ese sentimiento, que desde muy pequeñito me ha acompañado, pues descubrí que era el Señor Jesús llamándome”, afirma al referirse a su llamado vocacional.
Realizó sus estudios secundarios en el Seminario Menor de Bogotá (1990), institución en la que, afirma, logró discernir su llamado.
“Llegué por algunas casualidades, sin tener todavía la certeza vocacional, pero fue en el Seminario Menor donde, gracias a mis formadores y al ambiente que allí se vivía, pude darle rostro y ponerle un nombre a algo que desde pequeño me acompañaba, y cuando descubrí que era la persona del Señor Jesús, no tuve otra opción que decidir: quiero estar siempre con Jesús y consagrar toda mi vida a esto”.
Sus estudios de filosofía (1993) y teología (1999) los adelantó en el Seminario Mayor de Bogotá.
Fue ordenado Sacerdote el 4 de diciembre de 1999, por el cardenal Pedro Rubiano Sáenz, para el servicio en la Arquidiócesis de Bogotá.
Otros estudios: Licenciatura en Teología Moral (2004), en la Universidad Gregoriana (Roma); Master en Bioética (2008), en la Universidad del Bosque; Doctorado en Teología Moral (2012), en la Academia Alfonsiana de Roma.
Sobre su experiencia de servicio en la Santa Sede
“El aprendizaje principal estando en Roma, que es como una tribuna a toda la vida de la Iglesia en este planeta tierra, es darse cuenta que realmente Dios existe, y que su Espíritu Santo está continuamente trabajando, inspirando muchas obras, inspirando la fidelidad de muchos corazones al Evangelio. Eso en Roma se puede tocar, se puede palpar… Y, por eso, yo confío mucho en que aquí también, en Bogotá, en este pedacito de la Iglesia Universal, ese mismo Espíritu Santo seguirá sembrando y haciendo cosechar cosas hermosas, cosas buenas”.
Servicio pastoral en esta Arquidiócesis: Inició su servicio pastoral como vicario parroquial en San Juan Bautista de la Estrada (1999), fue párroco en Cristo Misionero (2000), miembro del equipo de formadores del Seminario Mayor (2004) y párroco en San Marcelino Champagnat (2012). Nombrado Oficial del Pontificio Consejo para Promoción de la Nueva Evangelización en Roma (2012), por un periodo de 5 años. Actualmente, se desempeña como formador en el Seminario Conciliar de Bogotá (2019), animador del equipo arquidiocesano para la formación permanente (2021), y vicario episcopal territorial en San Pablo.
A continuación entrevista con monseñor Alejandro Díaz García:
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