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#217016

Quien entierra su talento ha equivocado su visión de Dios

15 de noviembre de 2020
Fray Ñero
Imagen:
Fundación Callejeros de la Misericordia
La Jornada Mundial de los Pobres nos hace tender la mano al pobre, al enfermo, al migrante, al desempleado, a esos rostros humanos flagelados, abandonados y olvidados

El Arzobispo de Bogotá estuvo acompañado en la Eucaristía, por fray Gabriel Gutiérrez, franciscano de la Fundación Callejeros de la Misericordia, que atiende a los habitantes de calle y, por el padre René Rey, de la Fundación Eudes para el acompañamiento de la mujer.

Monseñor Luis José habló de los talentos y de las riquezas que como tesoros nos ha dado el Señor y de cómo Él confía en sus creaturas:

  • El primer tesoro que Dios nos da para administrar es la propia vida; uno va creciendo va pasando de la infancia a la adolescencia, luego a la juventud… van pasando los años y sabemos que administrar nuestra propia vida es un arte; es un arte que requiere sabiduría, que refiere espiritualidad, que refiere que podamos relacionarnos con los demás y con Dios.
  • El segundo tesoro que usted tiene y todos tenemos es la familia; es un tesoro así tenga imperfecciones, porque no hay familia perfecta; tener familia es un tesoro y lo estamos descubriendo de manera especial en este año de la pandemia: el que tiene familia es una persona rica.
  • Tercer tesoro que el Señor nos ha confiado, a usted y a mí y a todo ser humano, es la sociedad. La sociedad no son los gobernantes: la sociedad somos todos, nosotros somos el pueblo de Dios. Qué hermoso ser pueblo, qué hermoso redescubrirnos como pueblo de Dios y tumbar las barreras que nos dividen.

“Qué bueno encontrar que todos tenemos un proyecto común de vida de sociedad; todos tenemos que vivir la amistad social, la amistad ecológica, la amistad política, la amistad económica. Y, entonces, cada uno empieza a aportar para que la ciudad y el país sean mejores; ese talento también nos lo dio Dios, también lo confió a nuestra responsabilidad y a nuestra sabiduría”.

Tenemos mucho que aportar para que se respete la vida, para que haya justicia, para que nadie quede abandonado, para que no entremos en polarización. Que no nos dividan, que no nos hagan sentir enemigos cuando en realidad “somos el pueblo, la familia de Dios. Ponga todo de su parte para construir ese proyecto unificado de nación, ese proyecto que necesitamos, ese proyecto unificado de ciudades donde todos podemos incluirlos, donde todos podemos encontrarnos, donde todos podemos trabajar; en donde no se quedan algunos relegados y otros sólo avanzan y acumulan bienes materiales”.

Tres tesoros que usted tiene y que yo tengo: la vida personal, la vida familiar y la vida social. Hoy cuando estamos pensando en los pobres, hoy cuando ha venido el padre René, sacerdote eudista, y fray Gabriel. En Bogotá hay más de 10.000 habitantes de calle que pasan las noches frías, las enfermedades, el hambre debajo de un puente, en un parque, en el abandono y él con su fundación están en las calles en nombre de Cristo, con la fuerza de la eucaristía, con el amor de la Virgen María mirando al que está afuera como a un hermano, como alguien que nos pertenece”. 

La jornada mundial de los pobres  nos hace pensar que podemos tender la mano en el propio núcleo familiar, en el ámbito social y que estamos llamado a ser hombres y mujeres de Cristo y con Cristo para tender la mano al pobre, al enfermo, al migrante, al que está desempleado;  esos rostros humanos que sufren flagelados, abandonados, olvidados.

Que el Señor nos haga administradores fieles que podamos caminar por las sendas del Señor y que podamos escuchar la voz del Señor que nos dice: ‘siervo bueno y fiel pasa con gozo al banquete’”.

 

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Fuente:
Oficina Arquidiocesana de Comunicaciones
Oficina Arquidiocesana de Comunicaciones
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