Pasar al contenido principal
#217016

El padre Arturo fue un verdadero maestro. Por donde pasó dejó huella y hoy un gran vacío

6 de diciembre de 2018
El padre Arturo fue un verdadero maestro. Por donde pasó dejó huella y hoy un gran vacío

A Arturo Silva se le podría describir con esta frase: “Arturo y los otros puntos de vista”, pues siempre tenía algo que decir, pero algo diferente, nuevo y cuestionante…

Inició su servicio pastoral en los pueblos del oriente de Cundinamarca, allí también empezó su encuentro con la educación, que fue el motor de su vida, estuvo unos diez años, desde 1964 como Vicario Cooperador hasta 1974 cuando terminó su servicio como párroco en la Inmaculada Concepción de Fómeque.

Arturo Silva era un pastor entregado, ejecutaba una pastoral bien pensada, con mucha seriedad y responsabilidad, en eso siempre fue insistente, era una pastoral rica, amorosa, que aportó mucho a la comunidad; siempre estaba en su mente el dar lo mejor –y sólo lo mejor- a sus fieles. Con seguridad como resultado, no sólo de su fe sino de sus estudios. El padre Silva estudió y se especializó en el Instituto Católico de París en Educación y en Catequesis, en la década del 70.

Hablar del padre Arturo (aunque siempre prefirió el Arturo, a secas), es hablar de la inteligencia, la agudeza, el fino sentido del humor y la ironía. Fue un hombre de espíritu crítico y práctico, entendió muy bien el significado del sentido común. Jamás se guardó nada de lo que necesitó o quiso decir… sin importar quien fuera su destinatario.

Arturo ha sido el referente por excelencia en materia de educación, fue delegado arquidiocesano para la Educación Católica y miembro de la Junta Directiva de la Fundación Obra de Nuestra Señora de Fátima, miembro de la Comisión mixta de la Secretaría de Educación – Arquidiócesis de Bogotá (1997), representante principal del Arzobispo de Bogotá ante el Directivo de la Federación Católica CONACED y presidente del Comité Directivo de la Federación Católica CONACED (2002).

Como dijo alguno de sus contemporáneos: ¡para entender a Arturo hay que pensar muy bien!, siempre fue magistral en su expresión humorística, su sentido del humor estaba lleno de humanidad.

A Arturo Silva se le podría describir con esta frase: “Arturo y los otros puntos de vista”, pues siempre tenía algo que decir, pero algo diferente, nuevo y cuestionante. Tenía una visión amplia y profunda de la vida.

Su formación teológica y su acción pastoral iban de la mano. Su teología era profunda y humana, iba hacia lo práctico, y siempre dirigida a las personas según su contexto, con un alto grado de sentido común. Alguna vez dijo que “nosotros somos una cultura de mucho texto, poco contexto y nada de pretexto”.

Era un lector compulsivo e incansable, lector de todas las noches y, a veces, de toda la noche. Cuando vino el papa Francisco ya se había más de 33 libros sobre él, su pontificado y su teología.

Pero más que por todos sus atributos intelectuales, pastorales y educativos Arturo será recordado por su fidelidad a la amistad y por su solidaridad con el clero. Arturo visitaba a los presbíteros (curas, diría él) que estaban enfermos, ancianos o solos.

Finalmente digamos de Arturo Silva que su visión de largo alcance, su infinito horizonte pastoral, su vocación de estudio y su actuar de pastor construyeron de manera amable y positiva una buena parte de nuestra historia arquidiocesana.

(El padre Alberto Camargo, quien lo conoció en la parroquia de la Valvanera cuando se acababa de ordenar y el padre Arturo era el párroco, nos ha ayudado a construir este perfil).

   

Aumentar
Fuente
Disminuir
Fuente

Otras noticias

#277518
#277518
#217016

Noticias relacionadas