“El diaconado permanente es rostro de acogida, son manos tendidas”
Retomando las lecturas y el Evangelio del día, el arzobispo explicó que el Señor toma la iniciativa para sellar una alianza de amor. “Dios elige y sella una alianza con nosotros” y esa alianza tiene tres características:
- Es una alianza para caminar en humildad. “El Señor es el punto de referencia, el acompañante y la meta”. La humildad, agregó, es una virtud que se debe cultivar diariamente y el encuentro con el otro, la vivencia en la familia y en la comunidad, son escuela importante para ello.
Además, la humildad es misionera y abre puertas. “Queridos diáconos, el papa Francisco hablando de la humildad dice: <<encontrar a una persona, hombre o mujer, en cualquier instancia de la vida social y de la vida eclesial, es un tesoro>>, queremos ser ese tesoro en nombre de Cristo. Y debemos esforzarnos”, enfatizó.
Requiere, además, el ejercicio de la comprensión, de la empatía. La humildad se fundamenta en el amor fraterno.
“En los evangelizadores la vanidad y la vanagloria no pueden caber, antes bien, con humildad, estimándose los unos a los otros, se crea un ambiente de relación no solamente humana sino espiritual, evangelizadora; y es el Señor Jesucristo quien nos da el modelo de un misionero humilde”.
- Es una alianza para caminar en unidad. “¡Nunca el individualismo!, estamos llamados a caminar en la unidad. Que el Espíritu nos conduzca a la paz en esa unidad”.
- Es una alianza para caminar en el servicio en nombre de Cristo y de la Iglesia. “El Señor nos invita a caminar en el servicio (…) Servir y dar la vida, ese es el modelo de Jesús”.
“Si hay algo que define la misión y la vocación de un diácono permanente es el verbo servir, que es una actitud profética, contracorriente en un mundo que quiere ser servido, dominado (…) Exige ir a las periferias”, no solo geográficas sino humanas: el dolor, la enfermedad, la miseria…"
“El diácono va a buscar, va a encontrar al ser humano perdido, al ser humano herido, al ser humano excluido para ponerse a su servicio. Hoy reciben ese ministerio, esa misión que los acompañará toda vida”.
Por imposición de manos y oración consecratoria, el 12 de noviembre, en la Catedral Primada de Bogotá, recibieron la sagrada Orden del Diaconado:
Juvenal Aldana Bautista
Gustavo Adolfo Galindo Acosta
Nelson Alfonso Guillén Peñuela
Guillermo Gustavo Olarte Páez
Rubén Darío Ossa Zuluaga
Julio César Rodríguez Rivera
Héctor Téllez Arias
Jhon Fredy Vargas Lozano
Luis Julián Villanueva Galicia
En la santa misa, también, tuvo lugar el rito de admisión del candidato al diaconado permanente: José Tobías Arias Espinoza; y fueron instituidos para el ministerio de acólitos: Ovidio Arnaldo Díaz Gonzáles y Luis Alfonso Mendoza Muñoz.
Acompañaron la ceremonia los diáconos permanentes de la Arquidiócesis de Bogotá; sacerdotes; religiosos y religiosa; el equipo de la Escuela Diaconal, liderada por monseñor Yoany Víctor Cupitra; familiares y amigos.
Sobre el diaconado permanente
“Los diáconos permanentes son la Imagen de Jesús. Ellos ponen, en la práctica, las enseñanzas del Maestro: doblar la rodilla para acercarse a los más pequeños, sin reservas ni preconceptos. La única manera para hacerlo es la entrega total que nos recuerda que el mensajero es el mensaje.
Los diáconos nos muestran que es <<Ser Evangelio>>; ser testimonio de aquel que fue Palabra viva. Atienden las mesas de la comunidad, acompañan la enseñanza de la Palabra y de todo aquello que se transfigura en la fiesta del Señor, llegan a la liturgia para celebrar la entrega de vida” (Diaconado Permanente – Gustavo Galindo).
A continuación, reviva la celebración eucarística
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