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El Papa Francisco y la Ideología de Género

29 de agosto de 2016

Sigue en el ambiente la inquietud por el propósito de ciertas entidades internacionales y de algunos Estados que busca imponer en la educación y en la vida de los…

Si sabemos que es preciso respetar siempre la dignidad de las personas y sus diferencias, incluidas las sexuales, no podemos entregar la educación de las futuras generaciones y el orden mismo de la sociedad a las pretensiones de grupos particulares, que no pocas veces con mentiras quieren imponerse.

Por esto, es muy importante que estemos informados sobre lo que es y significa la ideología de género. Sobre este tema se ha expresado con claridad y fuerza el Papa Francisco en varias ocasiones. En octubre de 2014 hablaba en una entrevista de los “Herodes” modernos que “destruyen, que traman proyectos de muerte, que desfi­guran el rostro del hombre y la mujer, destruyendo la creación”. El 21 de marzo del año pasado decía a los jóvenes en Nápoles: “La ideología de género es un error de la mente humana que provoca mucha confusión…La familia está siendo atacada”.

En su reciente exhortación apostólica, Amoris Laetitia (53,56,68,153), el Papa muestra el desafío que surge de una ideología, genéricamente llamada gender, que “niega la diferencia y la reciprocidad natural de hombre y de mujer. Ésta presenta una sociedad sin diferencias de sexo, y vacía el fundamento antropológico de la familia. Esta ideología lleva a proyectos educativos y directrices legislativas que promueven una identidad personal y una intimidad afectiva radicalmente desvinculadas de la diversidad biológica entre hombre y mujer. La identidad humana viene determinada por una opción individualista, que también cambia con el tiempo”.

Igualmente, señala que es inquietante que esta ideología pretenda responder a ciertas aspiraciones a veces comprensibles, procurando imponerse como un pensamiento único que determina incluso la educación de los niños. “No hay que ignorar que el sexo biológico y el papel sociocultural del sexo, se pueden distinguir pero no separar”.

Por otra parte, añade, “la revolución biotecnológica en el campo de la procreación humana ha introducido la posibilidad de manipular el acto generativo, convirtiéndolo en independiente de la relación sexual entre hombre y mujer. De este modo, la vida humana, así como la paternidad y la maternidad, se han convertido en realidades componibles y descomponibles, sujetas principalmente a los deseos de los individuos o de las parejas”.

También indica que “una cosa es comprender la fragilidad humana o la complejidad de la vida, y otra cosa es aceptar ideologías que pretenden partir en dos los aspectos inseparables de la realidad. No caigamos en el pecado de pretender sustituir al Creador. Somos creaturas, no somos omnipotentes. Lo creado nos precede y debe ser recibido como don. Al mismo tiempo, somos llamados a custodiar nuestra humanidad, y eso signi­fica ante todo aceptarla y respetarla como ha sido creada”.

Y, finalmente, el pasado 16 de julio durante la Jornada Mundial de la Juventud decía: “Hoy a los niños –¡a los niños!–, en la escuela se les enseña esto: que el sexo cada uno lo puede elegir. ¿Y por qué enseñan esto? Porque los libros son de las personas e instituciones que te dan el dinero. Son las colonizaciones ideológicas, sostenidas también por países muy incluyentes. Esto es terrible”.

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