Dar testimonio del amor y dar fruto abundante 

¿Cuál es la verdadera comunidad, cuál el verdadero discípulo? ¿Cuál es la misión de la comunidad, cuál la de los discípulos, y cuál la condición de la fecundidad de su misión?

En el Evangelio Jesús nos da la respuesta: es el amor.“Amaos los unos a los otros”.

La comunidad formada por los sarmientos, los discípulos de Jesús, elegidos por amor, si quieren dar fruto - eso es hacer misión,- debe permanecer unida a la vid, que es Jesús, plantada por el Padre, que es el labrador. Es la relación entre Él, el Padre y sus discípulos.

La comunidad, los discípulos, somos sus amigos, elegidospor amor, somos nosotros, para continuar su misión en la tierra. Él nos llama amigos porque nos ha dado a conocer todo lo que ha oído a su Padre. Amor y amistad a las cuales tenemos que responder haciendo lo que Él nos manda.

Y somos elegidos para ir y dar fruto abundante en su nombre. Ir, no como asalariados, no por contrato, no como siervos, sino como amigos, personas libres, que comparten la alegría del amor, de la amistad: una misma tarea: dar testimonio del amor y dar fruto abundante.

Ahora, para entender lo que verdaderamente significa amar, tenemos que descubrir la vida, la entrega, la muerte de Jesús.Solo así es posible comprender que Dios es amor y qué es amarnos los unos a los otros. Amar como Él nos ha amado,un amor que debe llevarnos a dar la vida por los amigos.

Y este amor Jesús lo eleva a la categoría demandamiento, y con ello constituye la comunidad, le da identidad propia y fundamenta su misión. Tanto es así que donde no existe comunidad de amor mutuo, no hay comunidad cristiana, no tiene sentido hablar de misión. Dios se hace presente y activo donde y cuando se ama como ama Jesús.

Permanecemos en el amor de Jesús si guardamos sus mandamientos, los que Él mismo resume de inmediato en el mandato del amor fraterno. Es el corazón mismo de la fe cristiana, el criterio último para discernir su verdad.

El pensamiento de Jesús es bien claro: si no hay amor, no hay vida, no hay experiencia del Padre, ni experienciapersonal de Jesús, no hay comunidad cristiana. Si no hay amor, uno puede hablar de Dios, decir muchas cosas, pero nunca podrá experimentarlo en su interior como fuente dealegría verdadera, nunca sentirá en su interior el gozo de la presencia de Dios.

Nuestra alegría como seres humanos es frágil, es pasajera, y casi siempre está amenazada. Otra cosa muy distinta es viviry compartir la alegría de Jesús, esa sí es total y duradera.Es la alegría que brota del seguimiento de Jesús y quetiene dimensión de eternidad.

Ha empezado el mes de mayo, mes dedicado a la VirgenMaría. Con el rezo del Rosario digámosle todos los días: ruega por nosotros, santa Madre de Dios y madre nuestra.

Padre Carlos Marín G.