Todos somos responsables de la paz
Día Segundo de la Novena, 17 de diciembre
Signo: Manos solidarias
Salmo 71
Dios mío, confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud.
Que los montes traigan paz,
y los collados justicia;
defienda a los humildes del pueblo,
socorra a los hijos del pobre
y quebrante al explotador.
Dure tanto como el sol,
como la luna, de edad en edad.
Baje como lluvia sobre el césped,
como llovizna que empapa la tierra.
En sus días florezca la justicia
y la paz hasta que falte la luna;
domine de mar a mar,
del Gran Río al confín de la tierra.
En su presencia se inclinen las tribus del desierto;
sus enemigos muerdan el polvo;
los reyes de Tarsis y de las islas
le paguen tributo.
Los reyes de Sabá y de Arabia
Él librará al pobre que clamaba,
al afligido que no tenía protector;
él se apiadará del pobre y del indigente,
y salvará la vida de los pobres;
él rescatará sus vidas de la violencia,
su sangre será preciosa a sus ojos.
Que viva y le traigan el oro de Arabia,
recen por él continuamente
y lo bendigan todo el día.
Y habrá trigo abundante en los campos,
y ondeará en lo alto de los montes;
darán fruto como el Líbano,
y brotarán las espigas como hierba del campo.
Que su nombre sea eterno,
y su fama dure como el sol;
él sea la bendición de todos los pueblos,
y lo proclamen dichoso
todas las razas de la tierra.
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
el único que hace maravillas;
bendito por siempre su nombre glorioso;
que su gloria llene la tierra.
¡Amén, amén!
Meditación
El salmo que hemos citado para este segundo día de la novena, le anuncia a Israel un tiempo de bendición. La bellísima expresión del salmista ha de resonar en Colombia en esta Navidad que se acerca: “Que los montes traigan la paz…” que se despierte de verdad entre nosotros un aire renovador y solidario que nos convoque, que nos reúna en comunidades vivas y cercanas, que ponga en las heridas de tantos hermanos “el aceite del consuelo y el vino de la esperanza” Como nos dice la parábola del Buen Samaritano.
El Papa San Juan Pablo II nos estimula con sus palabras diciéndonos: La paz no es un equilibrio superficial entre intereses opuestos, la paz es una realidad profunda, un bien humano. Ella resulta del dinamismo de voluntades libres, guiadas por la razón hacia el bien común que se alcanza en la verdad, la justica y el amor. La paz procede de Dios, como fundamento: ella es un don de Dios. Él ha grabado en nuestra conciencia las leyes que nos piden respetar la vida y las personas creadas como cada uno de nosotros a su imagen y semejanza. Sí, Dios es la fuente de la paz, él llama a la paz, la garantiza, la da como fruto de la justicia, y nos ayuda interiormente a realizarla o a volver a encontrarla. Si la paz es un don, tenemos en nuestras manos la responsabilidad de buscarla y de esforzarnos por establecerla con nuestros esfuerzos personales y comunitarios. La paz es siempre un desafío a causa de la presencia del egoísmo, el odio, el deseode venganza en nuestro corazón. Dios no dejara de escuchar el grito de nosotros sus hijos: Señor danos la paz. Señor danos tu paz. (Cf. Mensaje 01 de Enero 1.998)
Descargue la novena de Navidad a Continuación: https://issuu.com/directorio2014/docs/novena_de_navidad_2016
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