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Oh Rey de las naciones (Día Séptimo)

21 de diciembre de 2014
Oh Rey de las naciones (Día Séptimo)

Oh Rey de las naciones y Deseado de los pueblos, Piedra angular de la Iglesia, que haces de dos pueblos uno solo: ven y salva al hombre, que formaste del barro de la…

Isaías había profetizado: «He aquí que para hacer justicia reinará un rey, y los jefes juzgarán según su derecho. Será cada uno como un sitio abrigado contra el viento y a cubierto del temporal; como fluir de aguas en sequedal, como sombra de peñón en tierra agostada. No se cerrarán los ojos de los videntes, y los oídos de los que escuchan percibirán; el corazón de los alocados se esforzará en aprender, y la lengua de los tartamudos hablará claro y ligero. No se llamará ya noble al necio, ni al desaprensivo se le llamará magnífico» (Isaías 32 1-5).

 

La salvación en este oráculo del libro de Isaías se presenta como restauración que realiza un rey que viene a establecer la justicia. La justicia de la que aquí se habla se funda en la realización del proyecto de Dios para el mundo; la obra de este rey en cuanto instauración de la justicia lleva a que los hombres acojan el proyecto de Dios y según él orientan su vida.

 

En el diálogo de Jesús con Pilato, en el contexto de la pasión, el gobernador romano le pregunta si es rey, a esto le responde Jesús: «Yo he nacido y he venido al mundo para esto: para dar testimonio a favor de la verdad. Todo el que está por la verdad escucha mi voz» (Juan 18, 37bcd).

 

Jesús es el Hijo de Dios hecho hombre que nos revela el proyecto de Dios para la humanidad, de modo que creer en Cristo (acoger su persona, su palabra) implica vivir el proyecto de ser humano que Él nos revela. No se puede decir de verdad que uno es cristiano si no acoge esta revelación, si no vive ‘según la verdad del Evangelio’. En este sentido san Pablo escribe a los romanos: «Los que siguen sus instintos buscan cómo complacerlos, y los que siguen al Espíritu buscan cómo agradarle. Pero lo que traen los instintos es la muerte, mientras que el Espíritu nos trae la vida y la paz. (…) Y los que viven esclavizados al instinto no pueden agradar a Dios. Pero ustedes ya no están esclavizados al instinto sino bajo la acción del Espíritu, puesto que el Espíritu de Dios habita en ustedes» (Romanos 8, 5-6.8-9).

 

Descargue a continuación la novena de Navidad completa 

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