Pasar al contenido principal
#007300

Fiesta de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá

8 de julio de 2015
Fiesta de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá

Hoy en la Fiesta de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá, los invitamos a conocer con motivo del Año de la Vida Consagrada, un poco sobre el carisma de la Orden de…

Además publicamos el artículo del Fray Francisco Femenías B., O.P., sobre la importancia del Santo Rosario que la Virgen Santísima encomendó de manera especial a la Orden Dominica, en formación ver link:

http://elcatolicismo.com.co/es/noticias/3918-actualidad-del-rosario-en-la-historia.html

Si desea conocer sobre la historia de Nuestra Señora de Chiquinquirá, visite Arte y Cultura, aquí en El Catolicismo:

http://elcatolicismo.com.co/es/noticias/3874-nuestra-senora-del-rosario-de-chiquinquira-colombia-9-de-julio.html

Los frailes dominicos están comprometidos en una aventura espiritual única: vivir la pasión por la salvación de las almas que movía el corazón de Santo Domingo y de sus primeros compañeros hace ochocientos años. Este anhelo de anunciar el Evangelio en la verdad tiene varias características:

Hombre de la Palabra

El gusto por la Palabra de Dios caracteriza a los frailes. La Palabra que exige ser meditada sin descanso y vivida de manera plena. Los frailes promueven continuamente el estudio de la Palabra de Dios.

Compasión

La preocupación por los más pobres ha encontrado en la compasión de Domingo y de sus frailes una respuesta generosa. Ninguna dimensión de la vida humana es ajena para ellos. La misericordia es el impulso, el tono y la mística del fraile predicador. Al momento de expresar su compromiso, a la pregunta, “¿Qué pides?”, el fraile dominico responde: “La misericordia de Dios y la de la Orden de los Frailes Predicadores”. 

Anunciar la Buena Nueva viviendo la pobreza evangélica

La predicación inicial de Santo Domingo frente a los cátaros dejó en sus frailes la convicción de que el anuncio del Evangelio sólo se puede realizar por medios auténticamente evangélicos (Mc 6,7 ss). Para llegar hasta el otro y comprenderlo es necesario vivir como vivieron los apóstoles: vida común e itinerancia.

Este proyecto de vida se concretiza en una forma de vida religiosa con elementos característicos: los cuatro pilares propios de la vida de los frailes predicadores.

Vida conventual

Animados por la regla de San Agustín, los frailes se reúnen atendiendo a un mismo llamado y llamados por una misma persona: Cristo. Viviendo la fraternidad, los frailes buscan vivir el amor, el perdón y el Evangelio en casa, para poder compartirlo con los demás.

Comunicar a los otros lo que se ha contemplado

La predicación recibe su vitalidad de una vida de oración personal y comunitaria. Para un dominico, la predicación auténtica es un verdadero acto contemplativo. Los frailes están llamados a ser a la vez tanto contemplativos como profundamente misioneros.

Los votos

Pobreza, Obediencia y Castidad hacen de nosotros hombres que buscan consagrarse totalmente a la aventura del Reino.

El Estudio

Toda nuestra energía personal, comunitaria, intelectual y espiritual consiste en hacernos útiles al alma de todos, estén cerca o lejos. Nos hacemos útiles a través de nuestra palabra y de nuestro ejemplo.

La predicación anima lo que hacemos o vivimos, al punto que nuestros conventos han sido llamados “Santa Predicación”.

Comunidad Femenina:

En 1206 Santo Domingo reunió a algunas jóvenes mujeres que él había convertido y había rescatado de los cátaros en la comunidad de la Iglesia de Santa

Imagen eliminada.

María de Prouilhe. Esta primera fundación de hermanas contemplativas dominicas todavía atrae a mujeres para vivir como Jordán de Sajonia describe en el siglo trece: “estas servidoras de Dios siguen ofreciendo una adoración agradable a su Creador, en la santidad de su vida y en la pureza de su candor – una vida que es conducente a la salvación para ellas, un ejemplo para los otros, una alegría para los ángeles, y un goce para Dios.”

El padre Chenu solía decir que hay dos puertas a través de las cuales una persona se incorpora la Orden: la llamada a la vida contemplativa y la llamada a la vida apostólica. Esto es verdad incluso para las monjas. Algunas eligen el monasterio para orar, en busca de la pureza de corazón y centrándose totalmente en el misterio de Dios. A medida que siguen el camino de Santo Domingo, experimentan la misericordia y la capacidad de intercesión de Dios hacía su pueblo amado. Otras desean servir a sus prójimos, hombres y mujeres, conduciéndoles a los senderos de la fe. Descubren que uno de los mejores medios de llevar a cabo este ideal es ofrecerse totalmente mediante la oración y el silencio, y no a través de cualquier trabajo, sólo el "trabajo" de "creer en Aquel al que el Padre ha enviado." 

La vocación de las monjas las coloca en el corazón de la Orden. Este fue el deseo de Santo Domingo para acentuar de manera especial la gracia de la contemplación, que es la misma fuente de la vida apostólica itinerante que el inició. Solidariamente con la misión de sus hermanos de predicación y con la familia dominicana, las monjas, mediante su oración, acompañan "la Palabra que no vuelve a Dios sino tras lograr aquello para lo que fue enviada."

Esta contemplación tiene su raíz en el silencio y en la oración litúrgica, en el día a día vivido en común, pero también en la meditación y el estudio asiduo de la Palabra de Dios. Algunos monasterios dominicos están directamente bajo la dirección del Maestro de la Orden, otros están bajo la dirección de una Provincia, y otros bajo un obispo local.

 

 

Aumentar
Fuente
Disminuir
Fuente

Otras noticias

#277518
#397dff

Noticias relacionadas

#007300
#007300
#007300