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"Ser catequista, ¿una misión imposible?"

24 de agosto de 2014
"Ser catequista, ¿una misión imposible?"

El pasado 23 de agosto se vivió, en medio de un ambiente festivo, la celebración del día del Catequista en  las instalaciones del Coliseo de Santa Isabel de Hungría.

El evento estuvo animado por el Coro de la Parroquia Santa Catalina de Laboure de la Vicaría de San José, quienes con su talento hicieron que más de uno se levantara de su asiento y se unieran en una sola voz a los cantos de alabanza y adoración que contagiaron a los participantes.

Se hicieron presentes representantes de la Escuela Diaconal y de todas las vicarías que conforman nuestra Arquidiócesis de Bogotá, fue común ver que se identificaran con distintivos o camisetas de colores mostrando un arraigado sentido de pertenencia, no sólo al lugar del que venían sino a la tarea que todos tenían en común, la labor de catequizar.

Siendo las 8:30 a.m. se hizo presente el arzobispo de Bogotá, Monseñor Rubén Salazar Gómez, quien recibió una cálida bienvenida. Dirigió un sentido mensaje en el cual destacó el papel de los catequistas en la vida de la Iglesia:

“Si no hubiera catequistas en la iglesia, prácticamente podríamos afirmar que no se podría transmitir la fe, no habría crecimiento de la fe y por lo tanto no habría verdaderamente una iglesia viva y dinámica que pueda cumplir la tarea que el señor le ha encomendado”, “todo esto no sería posible si no hay catequistas. Por eso la figura del catequista en una iglesia tiene una importancia central.  El Obispo, el sacerdote, el diácono, el religioso, el laico, cada uno tiene que ser fundamentalmente un catequista”... “ser catequista significa acompañar los procesos de fe.”

Acto seguido intervino el P. Luís Ángel Cuenca quien invitó a la tarima a varios laicos para que dieran su testimonio y compartieran parte de sus experiencias en la instrucción del evangelio. El denominador común fue el deseo de instruir a los que no saben, el de formación y alcanzar la maduración de la fe. Para ello la enseñanza y el compartir con otros cumplen un papel vital en esta misión.

En medio de las vivencias de estar al lado de niños, jóvenes, parejas, ancianos, etc., evidencian obstáculos para el camino de la evangelización, pues por nuestra condición humana, factores como la falta de escucha, orgullos, el aceptar que no sabemos muchas cosas, pueden lograr un efecto contrario. Para contrarrestar esto, es imprescindible despejar el horizonte de cualquier obstáculo para tener como meta al mismo Cristo.

Otra de las conclusiones fue que el proceso de catequesis no debe ir solamente dirigido a la persona a quien se está instruyendo, éste debe extenderse a su entorno familiar y social.

Ante los retos que se presentan en el S. XXI se busca que el joven sea acogido con amor, alegría y oración usando para ello maneras creativas y atractivas de evangelizar, dicho proceso debe tener como ingrediente especial el acompañamiento y la coherencia de vida.  

Se habló también del uso de las nuevas tecnologías frente a la catequesis y se destacó que éstas no se pueden excluir, sino que por el contrario, pueden ser herramientas valiosas, que bien usadas e implementadas impulsan un nuevo estilo de evangelización.

Vale la pena destacar la presentación del grupo de teatro de la Vicaría de San Pedro, quien puso a pensar a los asistentes sobre los atractivos y engaños que ofrece el mundo frente a la contundente verdad del amor de Dios.

Monseñor Jaime Mancera agradeció a los catequistas por el servicio que prestan ofreciendo su tiempo, su vida y cualidades en la tarea de dar a conocer y compartir nuestra fe. Hizo una reflexión sobre la importancia de cambiar nuestra manera de pensar, de la necesidad de catequizar no solamente a un grupo específico de la parroquia sino en cualquier lugar en donde se encuentren.

Ante el interrogante que titula esta nota, “Ser catequista ¿una misión imposible?”, la respuesta definitivamente es no.  Se trata de una tarea exigente y formadora para quien se dedica a esta labor.  Los catequistas son parte importante para la vida, crecimiento y permanencia de nuestra Iglesia Católica.

Gracias a todos ellos por aceptar una misión que es perfectamente posible si se encomienda todo a Cristo Jesús. Gracias por ser “Testigos del amor de Cristo”.

Ver apartes de la celebración

 

 

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